Eso fumaba Sherlock Holmes cuando se enfrentaba a un problema abstruso, imposible de resolver. El detective de Barker Street, vestido con su bata de color ratón y sentado en su butaca, entrecruzaba sus largos dedos, cerraba los ojos y mientras las volutas de humo surgían metódicas y regulares de su pipa de brezo analizaba el caso, relacionaba las pistas y, ¡voilà!, daba con la solución. Si viviese en la actualidad y le plateásemos el asunto de la Diada no tendría que emplear ni media pipa en resolverlo.
Veamos: en los últimos años los separatistas nos han machacado con manifestaciones – más o menos estrambóticas – asegurándonos que el poble catalán salía a la calle a reivindicar la independencia. Millones de personas sin tirar ni un papel al suelo, todas unidas en un mismo clamor, decían. Pero tras un butifarréndum organizado por Mas, un intento de golpe de estado el 1-O, un 155, un juicio, varios indultos, la concesión de privilegios de Sánchez a ERC y la ley de amnistía, perdón, “Ley de alivio Penal”, los separatistas andan desmotivados, se arrastran lánguidamente y aunque se desgañitan diciendo que han sido capaces de juntar más de 800.000 personas la Guardia Urbana nos asegura que son 115.000. Por descontado, los medios palanganeros del régimen han hecho unos enjuagues rapidísimos y tanto TV3 como el digital que dirige la Bien Pagá han dado la razón a las cifras facilitadas por los convocantes. Queda resuelto el primero misterio, el de saber si esto de la independencia arrastra masas o, por el contrario, se va quedando en una actividad para jubilados de la antigua convergencia y sus nietos descarriados. El segundo misterio consistía en saber que se mantenía esa unidad del mundo estelado en la que se habían “conjurado”. Y tampoco.
Queda resuelto el primero misterio, el de saber si esto de la independencia arrastra masas o, por el contrario, se va quedando en una actividad para jubilados de la antigua convergencia y sus nietos descarriados
ERC acusa a Junts de negociar por su cuenta y dice que ahí sólo negocia el Gobierno de la generalidad, o sea, ellos; a ERC le han dicho de todo durante el homenaje a Rafael Casanova y Aragonés ha tenido que ser evacuado por sus escoltas en la mani porque pintaban bastos; los muy cafeteros, léanse CUPS, CDR y demás comparsas, han arremetido contra los que motejan despectivamente de “procesistas” y se han vuelto roncos de gritar “Gobierno dimisión” refiriéndose a Aragonés y a Junqueras que, por cierto, no ha hecho acto de presencia por estar con el COVID, dicen. La ANC se ha ciscado en ERC y Junts, ha dicho que nada de negociar y que se ha perdido “transversalidad”, mientras que Forcadell, ex presidenta de la ANC, se acordaba de toda la generación de sus ex compañeros; Ómnium ha dejado clarinete que en la amnistía no se puede meter a Laura Borrás porque lo suyo es corrupción. Total, todos se manifestaban contra todos y allí de unidad, res de res. Segundo misterio resuelto.
Queda un último asunto. Todos los partidos separatistas le tienen más miedo que a una vara verde a la formación de Silvia Orriols, flamante alcaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana, partido rabiosamente separatista pero también ferozmente contrario a la inmigración ilegal. Cada día son más quienes se pasan a las filas de esta formación por considerar que es la única que defiende la independencia de verdad, aunque sea “de extrema derecha”. Ahí si que Holmes debería fumarse una pipa, o dos, o las que hagan falta porque sería curioso que el procés, que iba de ocultar la corrupción y salvar las poltronas y los dineros de unos cuantos, acabara siendo el pistoletazo de salida para que un partido como el de Orriols se acabase quedando con el monopolio de la estelada. No sería la primera vez. Miren la Lega Nord en Venecia. O los separatistas flamencos. Si fuese así, se acabaría el cuento de que el separatismo es taaaaan democrático y tan progre, ¿o no? Fume, Sherlock, fume, que ahí si que tiene usted un misterio que resolver.