El Correo-LORENZO SEBASTIÁN
Este año no se ha celebrado oficialmente el 40º aniversario de la aprobación en referéndum del Estatuto de Gernika. En un contexto dominado por la situación en Cataluña y el inminente debate sobre la reforma del Estatuto vasco tras el trabajo de cinco expertos juristas, el lehendakari Iñigo Urkullu ha mantenido un perfil institucional discreto. En la presentación del documental ‘40 taupada, herri bat’, afirmó: «Los latidos del autogobierno se mantienen porque el Estatuto sigue incumplido». Y defendió que el 25 de octubre es un buen día para «asumir el compromiso de la construcción social, cultural y nacional de Euskadi».
El 25 de octubre surgió en la historia contemporánea vasca en 1839, cuando se aprobó la ley por la que se confirman los Fueros de las provincias Vascongadas y Navarra, que en el imaginario nacionalista significó el principio de la abolición foral. Su derogación formó parte del programa del PNV desde 1906 hasta la Transición, y se materializó mediante la disposición adicional primera de la Constitución de 1978. El 25 de octubre reapareció en 1979 al hacer coincidir el referéndum del Estatuto con el día de la ley ‘abolitoria’. Así, se transformó en una fecha polisémica, que con el tiempo ha ido adquiriendo connotaciones fueristas, nacionalistas, autonomistas, soberanistas e institucionales. Por tanto, estamos ante un caso paradigmático de resignificación.
Ya en la República, el lehendakari José Antonio Aguirre (1936-1960) expresó que su «aspiración política última» era la derogación de la ley expoliadora «de la soberanía de los vascos», soberanía que se recuperó en parte con la formación del Gobierno Provisional de Euzkadi durante la Guerra Civil. En 1939, Aguirre dirigió desde el exilio una polémica carta pidiendo, no sin afán propagandista, la devolución de los Fueros: «A su Excelencia el General Franco. (…) Al cumplirse el centenario de la ley de 25 de octubre de 1839, en momentos graves, pero de firme esperanza para los oprimidos, me ha parecido obligado enviar a Vuecencia este mensaje personal con la protesta que el pueblo vasco eleva por la pérdida de su libertad. No quita (…) para que libres de toda pasión mezquina pidamos a la Providencia que inspire a Vuecencia el camino de la justicia basado en la restauración del derecho que nos es debido».
En paralelo, y no sin discusión, el Ejecutivo autónomo consensuó bajo su presidencia una declaración que enlazaba la ley de 1839 con la formación del Gobierno vasco de 1936 en Gernika y con el mantenimiento de ese apoyo por parte de los consejeros del PNV y del Frente Popular. Y en octubre de 1945, concluida la II Guerra Mundial, el siguiente lehendakari, Jesús Mª Leizaola (1960-1979), recordó que la derogación de la ley de 25 de octubre de 1839 suponía para Euskadi recuperar el «derecho a decidir sus destinos políticos».
Fallecido Franco, el entonces presidente del Consejo General Vasco y futuro lehendakari, Carlos Garaikoetxea (1979-1985), eligió la fecha del 25 de octubre de 1979 para celebrar el referéndum del Estatuto de Gernika por coincidir con el 140º aniversario de la ley. En su disposición adicional única, este Estatuto establece: «La aceptación del régimen de autonomía (…) no implica renuncia del pueblo vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia».
En 1985, el lehendakari José Antonio Ardanza (1985-1999), con motivo del sexto aniversario del Estatuto, vinculó ambas fechas con estas palabras: «El 25 de octubre constituye (…) una fecha transcendental para los vascos por un doble motivo. Uno es bien problemático; el 25 de octubre de 1839 se producía el inicio de la reforma del sistema foral vasco (…). Pero hay también un 25 de octubre de signo bien diferente, esperanzado y alegre. (…) el pueblo vasco aprobó mayoritariamente en referéndum el Estatuto de Gernika. (…) optando de este modo por una vía de entendimiento, diálogo y negociación para resolver un contencioso histórico».
En 1989, y en el décimo aniversario del Estatuto, Ardanza concedió 30 medallas conmemorativas a sus creadores, y en un emotivo discurso afirmó: «El Estatuto es (…) un acuerdo entre vascos que renuevan su compromiso con el Estado y, a la vez, un acuerdo con el Estado que renueva su compromiso con los vascos. Son, pues, dos caras de la misma moneda».
Estas celebraciones por parte de los lehendakaris nacionalistas decayeron a partir de 1997, ante el auge de la vía soberanista. Así, Juan José Ibarretxe (1999-2009) eligió el 25 de octubre de 2003 para presentar la Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi (el Plan Ibarretxe). En 2008, optó de nuevo por esta fecha para convocar su non nata consulta habilitadora. Dos años después, el 25 de octubre de 2010, presentó su tesis doctoral ‘Principio Ético, Principio Democrático y Desarrollo Humano Sostenible: fundamentos para un modelo democrático’. Y en 2013 creó el Agirre Lehendakaria Center como plataforma para difundir las ideas de su tesis sobre la experiencia vasca de transformación social y económica a través del autogobierno.
Por su parte, los socialistas presentaron infructuosamente en 1986 una proposición de ley para que el 25 de octubre fuese la fiesta del Estatuto. Una década después lograron aprobar –que no implantar– una nueva proposición. Con estos antecedentes, el primer lehendakari socialista, Patxi López (2009-2012), institucionalizó el 25 de octubre como el Día del País Vasco-Euskadiko Eguna, vigente de 2011 a 2013.
Y con el PNV de nuevo en el Gobierno, Urkullu derogó la fiesta autonómica, y aprobó que fuese festivo el 7 de octubre de 2016, en el ochenta aniversario de la formación del primer Gobierno vasco. Aunque hubo propuestas para mantener esta festividad, la realidad es que, a día de hoy, seguimos sin tener un día oficial de Euskadi. ¿Habremos de esperar hasta la próxima actualización del Estatuto si al final se lleva a cabo?