En algunas bases socialistas tendrán que cambiar ese chip de gobierno trasversal con el que comenzaron a funcionar los primeros días después de las elecciones, cuando creyeron posible –de hecho hubo ofertas– que destacados cuadros de sensibilidad nacionalista podrían aceptar formar parte del nuevo Gobierno.
Habrá que esperar, seguramente, al próximo 8 de mayo para que la primera foto oficial del nuevo gobierno de Patxi López con todos sus consejeros, a pie de Ajuria Enea, ocupe las portadas de los medios de comunicación. Pero la de hoy, el apretón de manos entre López y Antonio Basagoiti, en sede socialista, ha sido tan requerida que se diría que llega algo tarde. Que bien hubieran podido ‘retratarse’ (y nunca mejor dicho) en el acto de la firma del acuerdo, cuando Jesús Eguiguren dio la imagen de maestro de ceremonias entre su compañero Rodolfo Ares y el popular Iñaki Oyarzábal.
Pero Patxi López, con sus 25 escaños, y Antonio Basagoiti, con 13, que han hablado fuera de foco en más de una ocasión en las últimas semanas, se han hecho de rogar. Y no por casualidad. Después de los últimos años en los que los socialistas se distanciaron del PP hasta querer aislarlo, y tras la ruptura de hecho del Pacto Antiterrorista, las matemáticas electorales han puesto a todo el mundo en su sitio.
Ha cambiado tanto la situación que se han tenido que ir adecuando los discursos. Desde que el actual ministro de Fomento, José Blanco, antes fustigador semanal contra el partido de Rajoy, empezara a decir que, si se daban las circunstancias, el Partido Socialista de Euskadi «se dejaría votar» por el PP se ha dado un paso de gigante en el escenario del acuerdo entre los dos partidos constitucionalistas.
Pero no ha sido un camino tan simple como aventuraba el PNV desde el minuto uno. Porque los dos interlocutores han tenido que superar prejuicios de partido. A saber: en el PP, las presiones a Basagoiti para que su generosidad en la apuesta por el gobierno presidido por los socialistas, tuviera límites y no fuera gratuita, funcionaron a todo gas. En el PSE, Patxi López no se ha encontrado con obstáculos mayores en las bases más reticentes al acercamiento al PP. Pero no pocos afiliados tienen todavía que superar el vértigo de la nueva alianza. Porque si Patxi López resulta elegido lehendakari en el Parlamento Vasco será gracias al apoyo del PP.
Habrá que llamar a las cosas por su nombre mientras actúan con el suficiente tacto para no caer en dar la vuelta a la tortilla cometiendo los mismos errores de exclusión que tuvieron los nacionalistas de Ibarretxe. Y tendrán que cambiar, en algunas bases, ese chip de gobierno trasversal con el que comenzaron a funcionar los primeros días después de las elecciones cuando creyeron posible, y de hecho hubo ofertas, que destacados cuadros de sensibilidad nacionalista podían aceptar formar parte del gobierno.
Los dirigentes ya están en otro registro. Desde la barrera, Nicolás Redondo observa el momento con manifiesta satisfacción. Asiente cuando le dicen que, para que Patxi López haya llegado hasta aquí, otros hicieron mucho trabajo de campo. Vuelve a recurrir a la Historia para reconocer que quienes desembarcaron en Normandía no entraron en París. «Asumimos nuestra aportación al éxito; lo que haga a partir de ahora Patxi López es cosa suya, pero me gustaría compartir con él su apuesta». Todos pendientes de los primeros días de mayo.
Tonia Etxarri, EL DIARIO VASCO, 22/4/2009