REBECA ARGUDO-ABC
- Lucharon en primera línea contra ETA y sus cómplices, fueron la conciencia cívica ante el terror y hoy no pueden evitar el dolor de ver cómo los vascos parecen haber elegido el olvido
ANA IRÍBAR, VIUDA DE GREGORIO ORDÓÑEZ: «BILDU HA GANADO LIQUIDANDO A SUS RIVALES»
El resultado de las elecciones en el País Vasco no ha sido, por esperado, menos desolador para los que presentaron batalla ante el terror y la extorsión. Todo sigue igual (gobernará el PNV con el apoyo del PSE) pero distinto (Bildu iguala en escaños). El impacto emocional es innegable entre los que se dejaron tanto en defensa de los valores democráticos, de la igualdad y la libertad.
Para la todavía eurodiputada Maite Pagazaurtundúa, es el resultado de años de trabajo y estrategia del mundo heredero de ETA. «Llevan 21 años», apunta, «desde la ilegalización, dando la batalla política por evitar condenar el pasado. Los poderes del Estado no han sido liderados políticamente para hacer frente a esto. Se han conformado con la retórica sentimental sobre las víctimas y la han confundido con la batalla democrática por el sentido político del terrorismo y el posterrorismo. Se ha facilitado una falsa normalización, reforzando la codicia de llegar al poder y reescribir la historia».
Eduardo ‘Teo’ Uriarte, escritor y uno de los fundadores de Euskadiko Ezkerra, esperaba algo así, lo que no atenúa su desolación. «Hace mucho que la legitimación del mundo de ETA es evidente», dice. «El sistema educativo está cedido por parte del PNV al mundo cultural que proviene de ETA, sin conciencia de los problemas que puede traer a esta sociedad la existencia de un grupo etnonacionalista. Olvida que ese grupo proviene del terrorismo puro y duro. La actitud disolvente de la nación española vuelca a la juventud hacia un marco político que es la nación vasca, donde se siente seguro y donde los valores, mitos y relaciones políticas están muy presentes. El resultado final es la desaparición de España del País Vasco y la creación de una mininación llamada Euskadi, en la que sus caudillos serán los que provienen del mundo de ETA».
«Nada se puede entender», señala Claudia Múgica, miembro de la plataforma Ego Non y nieta de Fernando Múgica, asesinado por ETA en 1996, «sin el hecho de que el País Vasco ha sufrido medio siglo de terror y extorsión, y la expulsión de 200.000 vascos y su descendencia, que no pueden votar. Unos mataban y otros callaban. El resultado es dramático. Y el drama es que no hay alternativa constitucional, que el electorado del PSE está a la altura de su baja moralidad: si no, no tiene explicación su subida en escaños tras el blanqueamiento realizado a lo largo de los años y teniendo en su historia a doce personas asesinadas por ETA, entre ellos mi abuelo».
En opinión de la jurista Aurora Elósegui, la sociedad vasca «ha vuelto a mirar para otro lado, como hizo con Franco y con ETA, salvo contadas y honrosas excepciones. Sigue huyendo de sí misma, dejándose engañar por un nacionalismo disfrazado de gestor que disimula todo lo que encierra de discriminación, desigualdad y falta de respeto al diferente; extremos que disimula con un férreo control social a través de la educación y la lengua».
Especialmente sangrantes resultan los resultados en Ermua: Bildu queda tercero, a solo 33 votos del PSOE. «El ascenso de los partidos nacionalistas es indiscutible», analiza el exdiputado por UPyD y articulista Gorka Maneiro. «En Ermua, en 2001 el PP tenía casi el 38 por ciento de los votos y ahora tiene el 11,5 por ciento. El propio PSE ha pasado del 45 por ciento en 2009 a quedarse en el 24,30 por ciento, mientras Bildu va ganando terreno. Los partidos soberanistas alcanzan ahora más del 50 por ciento, en una plaza de especial valor simbólico. Pero es que la sociedad no vota desde el recuerdo, por doloroso y reciente que sea, ni por pena ni por agradecimiento por los servicios prestados. No se le ha ofrecido una alternativa ilusionante ni convincente». Admite que es desmoralizador «ver a Bildu obteniendo más votos que los que fueron víctimas del terrorismo. Ermua duele, pero duele en realidad el conjunto del País Vasco. Duele San Sebastián, por ejemplo, donde ETA cometió más de cien asesinatos».
«No hay que desfallecer»
Ángel García Ronda, historiador y exdiputado socialista, cree que en lo que se está es «en olvidar que ETA ha existido. Se ha venido llamando ‘izquierda’ a quien no ha pedido el poder para la clase obrera, ni ha clamado por su acceso a ese poder. No pertenecen a esa clase ni se sienten pertenecientes, aunque se vistan con su ropaje y su discurso».
José Ignacio Eguiguren, histórico miembro de Basta Ya, cree, pese a la tristeza, que no hay que desfallecer. Que «es nuestra obligación hacer llegar a los jóvenes la verdadera historia de los últimos 50 años». Y Pagaza confía en que se pueda revertir la situación. «En política es posible», dice, «pero llevaría años de trabajo intensivo y liderazgos muy lúcidos, tenaces y con medios». Para Maneiro, lo necesario es «un discurso alternativo constitucionalista, convincente y esperanzador, frente al discurso soberanista».