La Unión Europea se encuentra en un punto de inflexión cuyo camino debería empezar a trazarse hoy, en Bratislava, donde los 27 países miembros se reúnen sin Reino Unido para marcar la hoja de ruta de la salvación. «Una crisis existencial, de su fundación misma», según dijo el presidente galo, François Hollande, ayer, que precisa «lucidez» para devolver a los ciudadanos la ilusión en el proyecto europeo y, por otro lado, asegurar la seguridad de las fronteras. El objetivo es que en el 60º aniversario del Tratado de Roma, en marzo de 2017, Europa empiece un nuevo camino, ya sin los británicos.
Estos son los principios básicos que establecieron el jefe del Estado François Hollande y la canciller alemana, Angela Merkel, ayer en París, en la tercera reunión de preparación de la cumbre informal de Bratislava en la que se atisben las debilidades de la institución. Una cita que, ambos confían, «hará avanzar Europa» y en la que defenderán la postura franco-alemana como un todo con tres grandes prioridades: la seguridad, la preparación de un futuro para la Unión y los valores que ofrecer a la juventud.
En este sentido, la protección de los ciudadanos de las amenazas exteriores es primordial, lo que implica la protección de las fronteras y la lucha contra el terrorismo. Merkel se refirió también, no solo a la amenaza terrorista, sino al «desafío migratorio» provocado por situaciones de guerra civil «pero también por la miseria económica». «Debemos ser capaces de proteger las fronteras y hacer frente a nuestras responsabilidades comunitarias», dijo.
En cuanto a la preparación del futuro, Hollande y Merkel insistieron en la necesidad de impulsar nuevas industrias en Europa, nuevas tecnologías, así como la transición energética y digital, también incluso en el espacio. «Europa debe ser un gran proyecto en el que el crecimiento y el empleo sean los objetivos».
En tercer lugar, la capacidad de transmitir a la juventud los valores europeos: cultura, movilidad, intercambios en universidades. «Todo lo que pueda dar esta visión de la cultura europea que hemos compartido con el resto del mundo y que permite unir a los pueblos», señaló Hollande. Siempre en la apuesta por la tecnología y la transición digital, la canciller deseó que se desarrollen proyectos para luchar contra el paro juvenil. «La promesa de acceder a un empleo y a la prosperidad debe existir para los jóvenes».
François Hollande y Angela Merkel se han tomado muchas precauciones para la cita de Bratislava, de la que no saldrán de momento grandes decisiones. Se han reunido con la casi totalidad de líderes europeos y gobiernos –Merkel, con todos–, así como con Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, y Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Éste último propuso el miércoles en el Parlamento Europeo aumentar la capacidad de su plan de inversiones, el Fondo Europeo para las Inversiones Estratégicas, más conocido como plan Juncker, para alcanzar de aquí a 2022 hasta 630.000 millones de euros de inversión en tecnología y conectividad. Una propuesta que Merkel y Hollande respaldan y que incluyen entre las prioridades de esta hoja de ruta.
Los líderes enfrentan así la necesidad de tomar responsabilidades en las críticas que han golpeado la Unión en los últimos meses. «Debemos observar las razones que llevaron a los británicos a querer dejar la UE», dijo Hollande, cuyo país, con la presión del partido de ultraderecha y eurófobo Frente Nacional, es uno de los más interesados en que el llamado efecto contagio no funcione.
Para salir del pozo, los mandatarios quieren dar «esperanza» a los europeos, ofrecerles una alternativa, una «visión clara de futuro» que pasará por una necesaria inversión en sectores económicos en auge que puedan crear empleo y poner el continente a la vanguardia de la industria tecnológica y digital. También hablaron de un «nuevo impulso de Europa» en materia de Defensa, «con nuevas capacidades y fuerzas de protección», reclamó Hollande.
Según fuentes citadas por Efe, los países miembros plantean Bratislava como una reunión de «diagnóstico de la situación» que permitirá establecer las prioridades y abordar mediante una «discusión política directa» las disfunciones actuales del bloque comunitario. Los líderes no piensan en esta fecha como el momento para un acuerdo pero sí un primer paso que debe continuar hasta marzo de 2017, donde habrá medidas concretas para lanzar una renovada UE. Para entonces, Francia espera que Londres haya comunicado oficialmente la salida de Reino Unido y así podrán trabajar en la futura relación entre el continente y la isla.
La mayoría de países están de acuerdo en que la seguridad, la economía y la inversión y la juventud deben ser los principales puntos a tratar, pero el entendimiento no es igual en lo que se refiere al espinoso tema del reparto de los refugiados o a la movilidad de los trabajadores.