Editorial-El Correo

  • La tramitación de los Presupuestos será la auténtica moción de confianza para un Gobierno dispuesto a resistir en plena tormenta

Hasta la oposición parece asumir resignada que la legislatura va para largo pese a la manifiesta fragilidad parlamentaria del Gobierno y al cúmulo de investigaciones judiciales sobre corrupción que lo acechan. Pedro Sánchez ha dejado claras sus intenciones aunque cada votación en el Congreso sea una odisea de incierto final. Pese a las escaramuzas como las que amenazan con tumbar el impuesto sobre la producción eléctrica, sus socios, todos ellos imprescindibles, no tienen propósito alguno de forzar su caída ya que difícilmente encontrarán una coyuntura más propicia para sus intereses. Y no existe una alternativa viable en condiciones de desalojarle de La Moncloa. Un escenario que previsiblemente no cambiará aunque el Ejecutivo sea incapaz de aprobar los Presupuestos, su próximo gran desafío. De momento ha incumplido por segunda vez consecutiva el mandato constitucional de presentar un proyecto antes del 31 de octubre por el riesgo de que fuese tumbado por la falta de una mayoría suficiente. Cuando Mariano Rajoy hizo lo propio, el hoy presidente le instó a adelantar las elecciones, un consejo que ahora evita aplicarse a sí mismo a la espera de un momento más propicio.

Las Cuentas son una pieza básica para cualquier Gobierno al plasmar sus prioridades y su financiación. Disponer de unas nuevas resulta aún más indispensable cuando este año se ha funcionado con las de 2023 prorrogadas y la recuperación de las reglas fiscales en la UE obliga a nuestro país a un esfuerzo de reducción del déficit y de la deuda pública que implica modificar los equilibrios entre ingresos y gastos. Su tramitación, a la que el Ejecutivo no puede renunciar sin exhibir una patética debilidad, será la verdadera moción de confianza a la que Junts exige ahora que se someta Sánchez. Sacarlas adelante despejaría el horizonte e insuflaría oxígeno al presidente para desarrollar su «agenda progresista» en los dos años y medio que le quedan de mandato. Fracasar en el intento añadiría inestabilidad a una legislatura que si se prolongara solo sería para impedir una hipotética alternancia en el poder.

Falta por ver cómo afectan a su desarrollo las causas judiciales en marcha que acosan al Gabinete. El PP cometerá un error si fía exclusivamente a ellas sus expectativas de futuro. Los populares siguen necesitados de construir una alternativa sólida capaz de conectar con la mayoría del país y de una dirección consistente a la altura de sus aspiraciones.