Alberto Ayala-El Correo
Terminó la campaña para las autonómicas de mañana 12 de julio. Y tengo que admitirles que no quepo de gozo porque así sea. Porque esta pésima función, la peor que uno recuerda, haya llegado a su término. Y terminó con polémica por la discutible decisión del Gobierno Urkullu de prohibir el voto a 200 afectados por el rebrote de Ordizia, lo que motivó la airada protesta en redes del socialista Alfredo Retortillo.
La carrera hacia las urnas ha sido para casi todos, y en casi todo momento, apenas un mal trámite a cumplimentar sin cometer errores. Y para ello qué mejor que no arriesgar. No lo ha hecho el PNV con propuestas con gancho, salvo la promesa de sortear la crisis económica que nos ha traído la pandemia con más deuda, pero sin recortes. Y tampoco el resto de los partidos que parecen dar por buenos los sondeos.
Por ello si alguien debe estar hoy satisfecho de cómo han discurrido estas dos últimas semanas ese debe ser el PNV. Los jeltzales eran quienes debían sortear algunos importantes ‘marrones’ (‘caso De Miguel’, escándalo Osakidetza, agujeros en la Sanidad vasca cuando se declaró la pandemia o la tragedia de Zaldibar) y lo han hecho sin despeinarse. Y sin la más mínima autocrítica, faltaría más.
Habilidad de los peneuvistas, sí. E incapacidad del resto para conseguir llevar el agua a su molino. Es como si sólo el PNV aspirara mañana a ganar y a crecer, mientras que los demás estuvieran en aquello de ‘madrecita madrecita que me dejen como estoy’.
Así que tras una campaña en la que la ilusión ha brillado por su ausencia sólo nos queda por ver si el veredicto que arrojan mañana las urnas nos deja alguna pizca de emoción. Puede depender de que la abstención se dispare contra pronóstico por culpa de los rebrotes del coronavirus que estamos sufriendo. No debiera ocurrir habida cuenta de que somos los campeones de España de la irresponsabilidad a la hora de no usar mascarillas y de incumplir la distancia social en cuanto tenemos la mínima ocasión de festejar hasta lo que se suspende.
Atentos mañana a cómo se despejan cuatro incógnitas. Cuánto sube el PNV. Si EH Bildu -cuya candidata se ha mostrado un tanto gris estos días, como la de Podemos- se estanca o no. Cuánto mejora el PSE su horrible resultado de 2016 con su apuesta por seguir de la mano con Urkullu y con Sánchez en Moncloa. Y, por fin, si el desplome de PP+Ciudadanos, con un candidato de pasado escorado a la derecha como Iturgaiz, hace posible lo indeseable: que Vox se haga con un escaño por Álava en el Parlamento vasco.
¡Ah! Y no olviden echar una miradita a los resultados de Feijóo en Galicia. A si repite otra vez mayoría absoluta e iguala al difunto Manuel Fraga. Pablo Casado lo hará. Tiene motivo…