Luis Ventoso-El Debate
  • Sanchistán se está convirtiendo en un lugar exótico y paranormal, donde sucede con toda naturalidad lo que no ocurre en ningún otro sitio

Si me preguntasen cuál es el Estado más curioso del mundo respondería que el Principado de Sealand, aunque más que un país es un bromazo, una cachondada. En 1967, un locutor inglés de una radio pirata, Patrick Roy Bates, tomó posesión de una fortaleza marina abandonada, construida por la Armada británica en la Segunda Guerra Mundial y situada a diez kilómetros de la costa de Suffolk, al este de Inglaterra. Patrick se autoproclamó príncipe y estableció una monarquía constitucional y hereditaria. El área habitable de la nación es de 500 metros cuadrados y nunca la habitan más de cinco ciudadanos a la vez. Además, les pasa como a Puchi y Junqueras con su republiqueta: ningún otro Estado los ha reconocido.

Pero últimamente he cambiado de idea. El país más raro del mundo no es Sealand, sino Sanchistán, como se puede ver repasando diez de sus prodigios:

1.- En Sanchistán gobierna un socialista derrotado en las urnas, coaligado con comunistas, exterroristas y separatistas supremacistas, con los que compone lo que él llama «la coalición progresista».

2.- Grandes asuntos del futuro de Sanchistán se deciden con su Gobierno recibiendo instrucciones de un delincuente en el extranjero y bajo la tutela de un exótico «observador internacional» salvadoreño.

3.- El presidente de Sanchistán plagió su tesis doctoral cum laude, mintió en sus principales promesas electorales, su hermano va a ser procesado por un enchufazo y a su mujer la acusan de cuatro delitos. Pero el tío levita y va de divino.

4.- En Sanchistán si el país se queda sin luz durante 13 horas supone según el Gobierno la prueba de que «tenemos uno de los sistemas eléctricos más avanzados del mundo».

5.- En Sanchistán subirse a un tren es hoy una lotería y las autovías están sin asfaltar y con algunos carriles casi intransitables. Pero el incompetente ministro del ramo es un bronco faltón que dedica su tiempo a insultar a jueces, periodistas y rivales políticos mientras naufraga en su trabajo.

6.- En Sanchistán todos los ciudadanos están forzados por ley a pagar una televisión pública. A cambio de lo que abonan reciben una basura seudo cardíaca que fue retirada de las cadenas comerciales por degradante, unos informativos que son un botafumeiro del poder y un bufón oficial del régimen sin gracia alguna, que goza de un programa carísimo por dedazo expreso del presidente.

7.- En Sanchistán el jefe del Estado ha visto como el Gobierno desautorizaba con una amnistía el discurso más importante de su reinado. El Tribunal Constitucional es un órgano más del Ejecutivo y decide siempre a su favor. El fiscal general está en el banquillo por guerra sucia política. Y el Gobierno anuncia una ley de protección de la democracia que consiste exactamente en lo contrario: en acogotarla.

8.- Sanchistán es tan original que el idioma oficial que une a todos, para más señas el tercero más hablado del mundo, está prohibido de facto en las escuelas de dos regiones del país, aún siendo el más hablado de largo en las calles de esas comunidades. En el Parlamento, los diputados hablan en el bar en español con toda naturalidad y luego en la cámara se entienden con pinganillo.

9.- En Sanchistán las encuestas oficiales del Estado y los datos del paro se manipulan por sistema para que el Gobierno salga guapo. Es ya una tradición más.

10.- En Sanchistán las noticias ciertas sobre la corrupción de la familia del presidente son tachadas de «bulos». Los informes que alertaban de que podía producirse un apagón son «bulos». Las informaciones que denunciaban de que no existía un comité de expertos en la pandemia eran «bulos». Las revelaciones sobre un ministro afecto a las expansiones profesionales de catre a cargo del erario público eran «bulos».

En Sanchistán, el país más raro del mundo, la verdad es mentira y la mentira es verdad. El fracaso más estrepitoso supone un éxito. Los apagones se llaman «eventos» y «episodios cero» y no hacer nada se denomina «acción de Gobierno» en grandes carteles de propaganda. Sanchistán es una mezcla de Sopa de Ganso, El gran dictador y Torrente