EL CORREO – 19/04/15
· El centro salafista de Barakaldo es considerado como uno de los «más radicales» de España a pesar de sus esfuerzos por desmarcarse de la violencia.
· La muerte en Siria de un joven que frecuentaba el local y la contratación de varios imanes extremistas lo han colocado en el centro de las miradas de las fuerzas de seguridad.
En el barrio de Bagatza de Barakaldo, a medio camino de un bidegorri y de un centro cultural navarro, se levanta una pequeña mezquita. A simple vista, parece un local cualquiera; una de esas lonjas de grandes persianas metálicas que se incrustan en los bajos de los edificios de viviendas. Dos pequeños carteles, redactados en castellano y árabe, son lo único que permite saber que ahí se ubica un centro de culto musulmán. Y no es uno como otro cualquiera.
Se trata de la mezquita Attawhid, de corriente salafista, un movimiento que aboga por el retorno a los orígenes y a la esencia más pura del islam. De entrada, todos los centros religiosos que predican el salafismo son mirados con lupa por las fuerzas de seguridad. Básicamente, porque el yihadismo que aterroriza al mundo es considerado por los expertos como una desviación ultra-radical de esta doctrina, que se guía por el Corán y la Sunna (los códigos de comportamiento instituidos en base a las predicaciones de Mahoma). En España hay más de 1.200 centros de culto islámicos y sólo un centenar de los mismos están catalogados como salafistas. En el País Vasco –según datos de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), hay una población musulmana de 47.000 personas– existen alrededor de 40 mezquitas y sólo dos de ellas están vinculadas, en principio, a esta doctrina: una en Vitoria y la de Barakaldo. De cara al exterior, los practicantes más ortodoxos de esta doctrina suelen ser reconocibles por sus tupidas barbas, sus vestimentas holgadas, sus largas túnicas que les llegan hasta los tobillos y por llevar un pequeño gorro de punto en la cabeza.
Las fuerzas de seguridad consideran a Attawhid, que lleva funcionando desde 2009, como uno de los centros religiosos de tendencias «más radicales» no sólo de Euskadi, sino que está catalogado también como uno de los «más problemáticos» del conjunto de España. La percepción que comparten distintos cuerpos policiales se sustenta en una serie de sucesos que en los últimos años la han situado en el ojo del huracán, a pesar de los esfuerzos declarados de sus responsables por desvincularse «de cualquier incitación a la violencia». De hecho, algunas fuentes mantienen que el verdadero problema radica, más que en sus cabezas visibles, en determinadas personas que frecuentan este espacio religioso. «Nosotros estamos en contra del terrorismo. Los sabios dicen que es una rama radical. Y es nuestra obligación religiosa denunciarlo porque nos afecta a todos los musulmanes», proclama Adil El Guarrah, presidente de la mezquita, en una conversación con EL CORREO.
El hermano de Redouan
Los representantes de Attawhid son conscientes de que el fallecimiento de Redouan Bensbih el pasado año mientras combatía a las tropas de Bashar el-Asad en Siria, enrolado en el frente Jabhat al Nusra, una de las franquicias de Al-Qaida, les colocó en el centro de todas las miradas. «Somos la mezquita más vigilada de Euskadi. Y nos parece bien. Sabemos que incluso hay gente que viene y graba los discursos. La Policía tiene derecho a controlar su tierra y nosotros somos los primeros interesados en que no pase nada», asegura Adil.
Las fuerzas de seguridad ya observaban con detenimiento este enclave religioso a raíz de los dos congresos salafistas que organizaron en 2010 y 2011 en Ortuella y Trapagaran, donde reunieron a más de 1.200 personas y a varios líderes religiosos llegados de diversas partes de Europa. Pero la preocupación subió de nivel con la muerte de Redouan, un chico de 26 años en situación de exclusión social que, según la Policía, comenzó a radicalizarse entre 2012 y 2013, durante la época en la que acudía a esta mezquita, aunque también colaboró en la reforma de un centro religioso de Bilbao.
Adil El Guarrah –que consiguió un tercer puesto en un campeonato de Euskadi de Cross y trabaja de jardinero– reconoce que Redouan solía acudir a rezar allí, pero remarca que tampoco lo hacía muy a menudo. De hecho, insiste en que su proceso de radicalización se produjo cuando viajó a Marruecos «influenciado por las figuras de su tío y su hermano», que también murió combatiendo en Siria. Adil mantiene que su caso «tampoco es significativo» de lo que ocurre en Attawhid. «Los que tienen ideas radicales y escuchan lo que decimos no vuelven porque saben que no pueden escupir su veneno aquí. Y a los chicos que preguntan por el Estado Islámico les damos conocimientos para que no se conviertan en presas fáciles», añaden Mounir Hamri y Zouida Mouloudi, otros dos responsables del centro de culto islámico.
Otro de los motivos que les ha colocado en el disparadero han sido varios de los imanes, considerados «muy radicales», que han contratado en los últimos tiempos para dirigir los rezos y las oraciones de los viernes. Uno de ellos, Mohamed Ibrahim, de origen palestino, estuvo tres meses en Attawhid en la «misma época en la que se produjo la radicalización de Redouan». Algunas fuentes aseguran que, más allá de los sermones que daba en público, después seleccionaba a algunos chicos y les introducía ideas más radicales en privado.
«No sabíamos nada de él. Fuimos nosotros los que le echamos cuando nos enteramos que andaba insultando a los sabios y qué tipo de cosas decía. Luego supimos por la Policía que había estado en la cárcel», explica Zouida Mouloudi, otro de los encargados. En la actualidad están buscando un imán, aunque asumen que «no es fácil» encontrar alguien que encaje con el perfil que necesitan, y hasta que lo encuentren se reparten los sermones entre ellos. «Uno casi nos lleva a todos a la cárcel», bromea Adil.
EL CORREO – 19/04/15