Una muerte de otro tiempo

IÑAKI EZKERRA, EL CORREO 14/01/13

· Hugo Chávez se muere, pero no se muere en el tercer milenio.

Veo en estos días imágenes retrospectivas de Chávez con motivo de su oscurantista agonía; de Chávez dirigiéndose a la nación delante de la caricatura de Bolívar; de Chávez con un boina y un mono rojos saludando a las multitudes; de Chávez desplegando todo su vestuario de modelitos como una Barbie cuartelera; de Chávez en un estadio o en un mitin o en un desfile con una gran banda cruzándole el pecho como la de las chicas de los concursos de misses… y me parece que esas imágenes pertenecen a una Venezuela extemporánea; entre revenida y posmoderna; a una Latinoamérica anterior a Pérez Jiménez, a Perón, al ‘Señor Presidente’ de Miguel Ángel Asturias, al ‘Tirano Banderas’ de Valle-Inclán…, pero, a la vez, manchada de un futurismo banal.

Es lo que pasa con los anacronismos de este tiempo cínico e indulgente con las imposturas y los histrionismos por simple descreimiento; tanto, que parece lo contrario: pura credulidad. Los anacronismos ya no son inocentes ni verosímiles, sino el éxtasis plástico y el regocijo sangrante en la contradicción. Ya no se los creen ni quienes los representan. Son eso: posmodernos. Junto al atrezzo revolucionario, junto al guardarropa guerrillero de Chávez, están esas beatas fashion que rezan por él rosarios de cuentas fosforescentes; esos rituales indios y afros que desmienten cualquier izquierdismo de laico y ateo abolengo; ese bolivarismo psicodélico de tente mientras cobro, o mientras me muero, porque Bolívar no ha sido nunca una referencia izquierdista, sino ilustrada, del liberalismo decimonónico. Si Bolívar levantara la cabeza y el sable, a quienes liberaría sería a los suyos; a la burguesía venezolana, de ese fantoche y de su utopía gamberra, que se halla, como él, entubada y en estado de coma histórico.

Latinoamérica ha vivido en los últimos años un trágico salto hacia atrás en el tiempo. Caminaba lentamente (pero caminaba después de todo) hacia un homologación con el mundo desarrollado –que es con lo que soñaba Bolívar–, pero el resurgimiento tardío de esos populismos (Evo Morales, Cristina Kirchner, Hugo Chávez…) la ha devuelto al pasado; ha deteriorado su imagen, las frágiles clases medias y las seguridades jurídicas que animaban a la inversión. Haber hecho toda la travesía de las dictaduras del siglo XIX y del XX para acabar así, en el siglo XXI, es bien triste. Hoy, Venezuela se mueve entre dos opciones muy poco sugerentes. O Nicolás Maduro, el delfín del presidente agónico, que presenta un estilo clónico al de éste, la inmadurez de una tiranía con una ofensiva pátina constitucional, o Diosdado Cabello, que es el preferido por el ejército, y que representa el taconazo golpista sin filosofías ni poesías ni coartadas rojas. Esa es la herencia que queda del experimento. Chávez se muere, pero no se muere en el tercer milenio. Se muere en los años veinte del pasado siglo. Esa noticia no va a ser de nuestra época.

IÑAKI EZKERRA, EL CORREO 14/01/13