TIENE MUCHO mérito la decisión de nombrar hijo adoptivo de Madrid a Pedro Almodóvar. La propuesta de Manuela Carmena ha sido apoyada por todos los grupos municipales, incluido el PP que en un primer momento se preguntaba, sin ofender, ¿eh?, si un panamá (más que un sombrero, y modernamente, un tipo que va de gorra) debe ser nombrado hijo adoptivo. Es una pregunta pertinente a la que debe aplicarse la técnica del cuarto de hora. Qué duda cabe que cualquier hombre, e incluso cualquier mujer, tiene quince minutos insurgentes. Ahí está Hitler. ¿Alguien duda de que durante quince minutos acariciara a los perros e incluso a los niños? El problema es lo que hacía con el tiempo restante. El caso de Almodóvar es diferente. Las autoridades no dudan que dedicó quince minutos para saber de qué forma podía orillar la ley y pagar menos a Hacienda de lo que le correspondía. Pero dedicó el resto de su tiempo a hacer un cine que goza del aprecio de muchas personas en el mundo.
A pesar de los quince minutos, Almodóvar ha tenido suerte. Si la propuesta se hubiera producido en el epicentro de la crisis económica, la demagogia ambulante habría producido un efecto disuasorio. Ni la propia Carmena se habría atrevido a tamaño desafío a l’air du temps. Por suerte, dada la relativa recuperación económica, la pornografía de la miseria provocada por la crisis no es ya el principal argumento del prime time. El carácter circunstancial de la ética, tan interesante, es la causa de que la política, esa dialéctica entre los principios y las atmósferas, sea una especialidad tan difícil. La ética movible obliga también a otro ejercicio, que es el de la gradación de la inmoralidad. La evasión fiscal es un asunto moralmente poco recomendable, como cualquiera puede aceptar. Sin embargo no ha sido suficiente, en un paisaje ya pacificado, para dejar huérfano a Almodóvar. Ahora bien, ¿qué habría sucedido si en vez de la ilegalidad fiscal, documentada, comprobada, hubiera aparecido en los medios durante estos días –estos días– alguna acusación, vaporosa, ambigua, remota de que Almodóvar hubiera practicado en alguna esquina de su vida lo que llaman el acoso sexual? Esta hipótesis y su seguro resultado derogatorio permiten tomar la temperatura del ambiente moral con cierta precisión y cierta meditación. Como también es útil, en este mismo ambiente, plantearse la hipótesis de qué hubiera ocurrido con la adopción, si aquel que en su película Kika representó en clave cómica una violación hubiera sido un provocador y maloliente artista de derechas. Hipótesis del todo improbable, ahora lo veo, porque los artistas se hacen de izquierdas para poder ser libremente artistas.