Era el comité federal más esperado de los últimos años, y Pedro Sánchez sólo debía responder en él a una única pregunta. ¿Cómo encaja el concierto catalán pactado entre PSC y ERC con el principio de igualdad de todos los ciudadanos españoles?
Pero el discurso del presidente del Gobierno no sólo no respondió a la pregunta cuya respuesta esperaba toda la militancia socialista, sino que añadió una más. ¿Cómo pretende Sánchez gobernar una democracia parlamentaria sin el Parlamento?
Sánchez anunció en su discurso que «hay gobierno para largo» y luego repitió los puntos principales de su programa de gobierno, que ya citó en su discurso de inicio de legislatura el pasado miércoles: competitividad económica y dignidad laboral, Estado del bienestar, vivienda, paz internacional e igualdad, «la causa de la socialdemocracia».
Pero a renglón seguido Sánchez anunció su determinación de «avanzar en esa agenda, con o sin apoyo de la oposición, con o sin el concurso de un Poder Legislativo que tiene que ser más constructivo y menos restrictivo«.
España es un régimen parlamentario. El artículo 66.1 de la Constitución dice que «las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado».
En el artículo 66.2, la Constitución dice que «las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución».
Dicho de otra manera. Es imposible en democracia gobernar sin el concurso del Poder Legislativo. Este diario nunca ha dado espacio a las voces que acusan a Pedro Sánchez de autócrata, pero afirmaciones como la pronunciada frente al comité federal de su partido son inquietantes y no pueden ni siquiera ser benévolamente interpretadas como un lapsus, dado que su discurso estaba escrito de antemano.
La afirmación, sí, puede ser interpretada como un reconocimiento de debilidad. Pero la voluntad expresada por Pedro Sánchez ha sido la de agotar la legislatura cueste lo que cueste. Sánchez, de hecho, podría haber reconocido la imposibilidad de sumar una mayoría estable y anunciado la convocatoria de elecciones anticipadas.
Sin el Parlamento, el acuerdo firmado por Salvador Illa y ERC para un concierto catalán es papel mojado. Reformar la LOFCA es imposible sin el apoyo del Congreso de los Diputados. Sin el Parlamento, gobernar es inviable. En el mejor de los casos, un Gobierno sin el apoyo del Poder Legislativo sólo puede aspirar a perpetuarse en la Moncloa, pero en un estado cuasi letárgico.
Quizá Pedro Sánchez está preparando a su partido para el reconocimiento de la pérdida de su mayoría parlamentaria y la convocatoria de elecciones en 2025. Es una posibilidad.
Pero el simple hecho de que el presidente haya anunciado, siquiera como mera posibilidad, la intención de gobernar «con o sin el concurso del Poder Legislativo» debe interpretarse como una amenaza que no conviene pasar por alto.