Una oportunidad para los catalanes

ABC 11/09/15
EDITORIAL

· Las elecciones del 27-S sí pueden ser, no un plebiscito, sino la ratificación de la pluralidad de la sociedad catalana y la expresión de alternativas al nacionalismo como opción de gobierno

EL 28,7% de catalanes que irán a votar el 27-S, pero sin saber aún a qué candidatura lo harán, tienen en su mano el resultado final de estas elecciones, a la vista del sondeo que ayer publicó el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En el mejor de los casos, según el CIS, las fuerzas separatistas obtendrían 69 escaños, uno por encima de la mayoría absoluta, pero, si realmente lo que ha convocado Artur Mas es una elección plebiscitaria, lo que debería importarle es que su lista unitaria, Junts pel Sí ( Juntos por el Sí), más la CUP, sólo suman el 44% de los votos. La trampa de Mas es jugar a dos barajas y convertir una mayoría absoluta parlamentaria –sin correlativa mayoría de votos– en un «sí» plebiscitario a la independencia. El independentismo va a trabajar a fondo para generar un clima asfixiante, incluso intimidatorio, para los no nacionalistas. Hoy comienza la campaña con la transformación de la Diada en un masivo acto electoral, animado por la sumisión ancilar de los medios públicos de comunicación catalanes, dedicados a la purga de invitados incómodos, como Josep Borrell. La certeza de que la independencia de Cataluña es inviable no debe disuadir a los catalanes no nacionalistas de acudir a las urnas, porque, haya o no declaración unilateral de independencia, de las elecciones del 27-S surgirá el Parlamento que elegirá al nuevo Gobierno catalán. Es la oportunidad que tienen de hacer que el nacionalismo rinda cuentas por la corrupción pública, la manipulación informativa, el desacato a las leyes y a las sentencias y la deslealtad constitucional. Es la oportunidad para rechazar que Cataluña sea el laboratorio de un nacionalismo que añora los privilegios del Antiguo Régimen, convirtiendo a los catalanes en protagonistas de una visión atávica del autogobierno, basado en un cúmulo de ficciones sobre su historia y sobre su inserción en España.

Por eso, las elecciones del 27-S sí pueden ser, no un plebiscito, sino la ratificación de la pluralidad de la sociedad catalana –hasta seis candidaturas podrían tener representación parlamentaria, según el CIS– y la expresión de alternativas al nacionalismo como opción de gobierno. Muchos catalanes se quejan en privado de lo que no dicen en público. El voto secreto es su herramienta para decir basta a una dinámica que, si no se corrige, conducirá a Cataluña a su quiebra antes que a la de España, como predijo Aznar.