Pablo Iglesias ha dejado por doquier constancia de su idea de la libertad de prensa: «Es crucial un ministro de Comunicación, tomando como referentes los de Ecuador, Argentina y Venezuela… Lo que ataca la libertad de expresión es la existencia de medios de comunicación privados». No es casual que su primer modelo sea el de Correa, que censura a los medios insumisos y los acosa con su oficina de trolls, que es lo que de momento puede hacer Iglesias en las redes. Tiene más modelos de periodismo en régimen de monopolio estatal.
En la inspiración leninista, a un régimen de partido único corresponde una sola prensa al servicio de ese partido y las instituciones que ocupa, como en la URSS a partir de 1921: Pravda, órgano del Partido; Izvestia, diario del Presidium; Estrella Roja, del Ejército Rojo, y Komsomolskaya Pravda, de las Juventudes del PCUS. Más claro aún el panorama en Cuba, donde sólo hay dos diarios nacionales: Granma y Juventud Rebelde. Para qué más.
Los chicos de Podemos no distinguen su función representativa, su condición de políticos, de su vocación de editorialistas. De ahí que cuando se sientan en un programa de debate, lo hacen como agitadores, tertulianos. No responden a preguntas, contraatacan con argumentos ad hominem. Para responder a una pregunta de Inda, bestia negra de los podemitas, Iglesias repreguntó: «¿Es verdad que te llamaban Don Pantuflo?», y se quedó a vivir en la broma. Su novia de entonces, en lugar de responder a las preguntas sobre su gestión municipal en Rivas Vaciamadrid, contestaba: «Inda, de verdad, aburres a las ovejas». Iglesias pedía en Twitter: «Necesito que me ayudéis a recopilar declaraciones inaceptables de VidalQuadras, Amando de Miguel, Hermann Tertsch e Isabel San Sebastián». La vida es una tertulia de luz y de color, que cantaría Marisol.
No atacan a los medios, sino a los trabajadores de los mismos. En las ruedas de prensa igual que en las tertulias. Una pregunta que debió de parecerle incómoda de Ana Romero tuvo como respuesta: «Precioso abrigo de pieles el que trae usted». Durante una conferencia interpeló a quien le sigue en EL MUNDO, Álvaro Carvajal, acusándole de escribir noticias que sabe que no son ciertas para complacer a sus jefes. Eso le costó un plante de los periodistas, gran momento, como el comunicado de ayer de la APM. Dos grandes novedades, felicitémonos. La actual portavoz, Irene Krupskaia Montero, la ventrílocua (sic), repetía ayer la gilipollez: «El 75% de los periodistas se autocorrigen por miedo a sus jefes».
Garrote y prensa, escribía Franco con su letra picudita en los enterados de las sentencias de muerte. Pablo escribiría guillotina y tele, en la tradición de la herramienta de libertad que reivindican él y los suyos y a la cultura catódica.