- Es la argentinización del país: impiden el crecimiento de las clases medias, subvencionan un amplísimo sector de la población que tiende a la molicie, crece el índice de pobreza y se dispara la deuda hasta niveles nunca conocidos
Ya el emperador Tiberio, aquel resentido que, sin embargo, fue un notable administrador, advirtió del riesgo de cobrar más tributos de lo estrictamente necesario. Tiberio, muy en su línea, dijo que «a la oveja hay que quitarle la lana, pero no dejarla sin piel». Pues en eso está Sánchez y su cuadrilla, el Gobierno más pernicioso que se recuerda, instalado en la permanente confiscación de los bienes de los ciudadanos.
El Instituto Juan de Mariana advirtió ayer que este Gobierno, que tiene al frente de la Hacienda pública a una indigente intelectual, ha realizado en el tiempo que lleva nada menos que ochenta subidas de impuestos. Al parecer, prepara 40 más, entre ellos, el de los seguros médicos privados que, en contra de lo que estas lumbreras creen, lo van a pagar los ciudadanos, la clase media, no las aseguradoras ni los hospitales privados.
Esta política fiscal de los socialcomunistas nos lleva directamente a la ruina. Es la argentinización del país: impiden el crecimiento de las clases medias, subvencionan un amplísimo sector de la población que tiende a la molicie, crece el índice de pobreza, baja la capacidad adquisitiva media y se dispara la deuda pública hasta niveles nunca conocidos. La tenue mejora económica, si nos fiamos del INE, se debe fundamentalmente al gasto público que se ha disparado, pero que no garantiza ni economía productiva ni crecimiento real. Es pan para hoy y hambre para mañana. Nunca los españoles hemos sido más esquilmados que ahora.
Recordará el lector frecuente de esta columna que ya les cité en varias ocasiones al admirable presidente norteamericano Calvin Coolidge, el del ‘efecto Coolidge’, el mismo que dio en su mandato de cuatro años más de quinientas ruedas de prensa (como Sánchez, vamos). Decía aquel presidente que «recaudar más impuestos de lo estrictamente necesario es lo mismo que legalizar el robo». El problema en España es que siempre hay que atender algún agujero, pero no por ello vamos a disparar los impuestos. El gasto público ha crecido en los últimos veinte años nada menos que un 200 por ciento, mientras que en ese mismo período el gasto sanitario apenas creció el 40 por ciento, una media de un dos por ciento por año. ¿A dónde va el resto del dinero que nos sustraen?
Lo peor es que el PP tampoco tiene a día de hoy una oferta seria y clara sobre una política fiscal orientada al ciudadano y a la generación real de riqueza, no de pobreza como es la actual.
Dejemos para otro día el ilegal proceso en el que los inspectores de Hacienda ven incentivado el proceso de sanción, aunque después los tribunales los desautoricen. Eso es inconstitucional a todas luces, se pongan como se pongan. Tranquilos, esto nos lo arregla Sánchez en Azerbaiyán, y mientras llueve sobre España.