Tonia Etxarri, EL CORREO, 24/8/11
El de ayer fue un pleno mucho más importante de lo que los propios diputados del Congreso habían previsto. Más allá de las medidas de ajuste que nos exige Europa para cumplir con el déficit, tanto Zapatero como Rajoy escenificaron lo más parecido a un gran pacto de emergencia en cuanto el presidente de gobierno propuso reformar la Constitución . Desde que se encendió la luz de alarma de la crisis económica, nunca habían conseguido acercarse sin agredirse. Ayer ocurrió. Y cambió el ambiente hasta el punto que muchas de las dudas importantes se quedaron por los corrillos del hemiciclo pero no llegaron a la tribuna de los oradores. Después de tantos devaneos en los debates que nuestros políticos protagonizaron en la primera legislatura de Zapatero sobre los supuestos artículos de la Carta Magna que necesitan reforma, resulta que ni es la reorganización del Senado ni la necesidad de acabar con la discriminación de la mujer en la sucesión de la Corona lo que motivó a Zapatero a remover tan delicada cuestión. Con su propuesta de reformar la Constitución para fijar un techo de gasto y limitar el déficit público, el presidente ha querido apresurarse esta vez en pasar a limpio los deberes impuestos por la Alemania de Merkel y la Francia de Sarkozy. La iniciativa precisaba cocina. Y la hubo. Incluso por detrás del candidato Rubalcaba que se vio obligado, forzado por las circunstancias, a reconocer ante los periodistas que había cambiado de opinión. Y la cocina produjo sus frutos. El presidente del PP se abstuvo en la votación (como CIU y PNV) para favorecer la aprobación de la propuesta. Rajoy bien hubiera podido presentarse en el hemiciclo con la cantinela del “adelanto de las elecciones adelantadas” que tanto gusta a sus compañeros de partido. Pero no lo hizo. O habría podido proponer recuperar la “ley del déficit cero” del mandato de Aznar . Tampoco se entretuvo por ese camino. Se limitó a recordar (habría sido tildado de ingenuo si no hubiera recurrido a la prueba infalible del archivo) que él ya hizo idéntica propuesta en el año 2010. Y fue precisamente Rubalcaba quien la despreció ridiculizando la idea en su momento. Pero “las cosas han cambiado”. Con esta frase talismán se envuelve Rubalcaba en sus comparecencias cada vez que tiene que justificar por qué dice “diego” donde dijo “digo”. Votó negativamente a la supresión de las Diputaciones y, sin embargo, se ha convertido en el defensor más motivado de la propuesta en cuestión de dos meses. Ayer fue un mal día para el candidato socialista. Zapatero está gobernando a su pesar. Y tuvo que reconocer que no había sido partidario de reformar la Constitución pero que la noche anterior a la sesión plenaria del Congreso, el presidente de gobierno le comunicó que había llegada a un acuerdo con el lider de la oposición. Así es que no le quedó más remedio que recibir el gol con cara de circunstancias. El Congreso ofreció una imagen inusual. Quedan dudas sobre si nos vamos a quedar tan solos como nos ocurrió cuando celebramos el referendum de la Constitución europea. Si teníamos otro margen que el marcado por Alemania y Francia. Pero lo novedoso es que ayer, en tiempo de descuento para el gobierno de Zapatero, se dio la primera gran reforma con un principio de consenso. Será que la situación es mucho peor de lo que sabemos.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 24/8/11