EL MUNDO 14/07/14
Una pesadilla recorre el sur de Europa: que el califato proclamado en parte de Siria y de Irak por Abu Bakr al Bagdadi tenga dentro de poco una sucursal en Libia, a menos de 300 kilómetros de la isla italiana de Lampedusa. Libia es el más endeble de los países norteafricanos.
La onda expansiva provocada por la conquista de Mosul, la segunda ciudad de Irak, por los muyahidin (milicianos) del Estado Islámico (IS) y su llegada a las puertas de Bagdad, ha alcanzado a todos los movimientos radicales o terroristas que operan en el Magreb. Ante la amenaza que se cierne las autoridades de varios países, empezando por Marruecos, han decretado el estado de máxima alerta.
Muchos grupos magrebíes, como Ansar Sharia (Partidarios de la Ley Islámica) en Túnez y Libia, expresan su respaldo y admiración por los logros de Al Bagdadi que en sólo un año ha impuesto su autoridad desde el norte de Alepo, en Siria, hasta la provincia septentrional de Diyala en Irak. En sus pronunciamientos instan a la reconciliación entre el Estado Islámico, en auge, y una Al Qaeda –representada en Siria por el Frente al Nusra– en declive. Ambos llegaron a enfrentarse a tiros en Siria.
En las filas de AQMI, la rama magrebí de Al Qaeda, han surgido incluso voces disidentes ensalzando al Estado Islámico. «Avanza por el camino justo, que no es el del compromiso», declaraba, el 1 de julio, en un documento de audio, Abi Abdalá Othmani, cadí (jefe religioso) de la organización terrorista para el centro de Argelia. «Es un camino en el que la palabra de Alá impera sobre todo lo demás», recalcaba.
«Todo esto hace pensar que si Al Qaeda y el califa Al Bagdadi no se reconcilian [a corto plazo parece complicado] tendremos en el Magreb una rama articulada del Estado Islámico antes de fin de año», prevé Fernando Reinares, investigador de terrorismo del Real Instituto Elcano. «Hay ya movimientos en esa dirección», constata.
Su primer objetivo sería hacerse con el control de un territorio allí donde le resulte más fácil, probablemente en el Fezzan (sur) o en la Cirinaica (este). «Libia es ya el santuario más atractivo para los grupos salafistas/yihadistas en África del Norte», escribía recientemente Seth G. Jones, director de seguridad internacional en la Rand Corporation.
Desde que el dictador Muamar Gadafi fuera derrocado en el año 2011, «los milicianos con diferentes grados de compromiso con la yihad aprovecharon la total ausencia de fuerzas de seguridad del Gobierno para echar raíces, saldar viejas cuentas y promover su causa», asegura otro informe de la Rand Corporation. En un nuevo choque, las Células de Operaciones Revolucionarias, un grupo islamista intentó ayer desalojar del aeropuerto de Trípoli a la milicia progubernamental que lo controla.
Además de la creación en Libia de un apéndice del califato, los estados magrebíes temen el regreso de los yihadistas originarios de la región que se marcharon a luchar en las filas del Estado Islámico en Siria e Irak. Por sorprendente que parezca, los más numerosos –cerca de 3.000, según diversas estimaciones– son los tunecinos. «La opinión pública de Túnez es, en la región, la menos favorable al terrorismo y, sin embargo, es allí donde se alistan más combatientes para Siria», señala Reinares.
Los marroquíes, alrededor de unos 1.500 combatientes, serían el segundo grupo extranjero de yihadistas, seguidos por los argelinos, con apenas 800. Acaso envalentonados por sus éxitos militares, desde hace un par de semanas los yihadistas marroquíes difunden amenazas a través de las redes sociales.
«Vamos a traer todo esto al reino de Mohamed VI», anuncia un miliciano marroquí en un vídeo refiriéndose a sus triunfos en Siria e Irak. «No vamos a olvidar a nuestros rehenes en el Magreb al Aqsa» [antiguo nombre de Marruecos], reza una pintada en un muro de Siria reproducida en la portada del diario As Sabah de Casablanca. Los «rehenes» son los 600 reos islamistas en las cárceles marroquíes.
Otro rotativo, Al Akhbar, publicó la fotografía del combatiente Mohamed Hamdouch exhibiendo cinco cabezas de soldados sirios que había decapitado. Originario de Castillejos, la ciudad marroquí pegada a Ceuta, está casado con una española. También proclama su empeño por «liberar el Marruecos islámico».
«Numerosos combatientes desempeñan puestos de primera fila en estas organizaciones y no disimulan su intención de perpetrar atentados terroristas en Marruecos», advirtió el jueves el titular de Interior marroquí, Mohamed Hassad, dirigiéndose con una franqueza inusual al Consejo de Ministros.
Poseen «experiencia en la elaboración de explosivos y en las técnicas de guerra», continuó el ministro. Pueden «contar con el apoyo de yihadistas en África del Norte». Constituyen, por tanto, «una seria amenaza terrorista». En consecuencia declaró el estado de máxima alerta. Unos 40 retornados habrían sido detenidos en las últimas semanas, aunque las web islamistas triplican esa cifra.