IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • 2020 ha sido el año del desastre; 2021 será el del sostenimiento del edificio, taponando grietas y apuntalando columnas

Después de haber pasado varios meses entretenidos en desmenuzar los apoyos que concitaban los Presupuestos Generales del Estado y sorprendidos por las bonitas formas que adquirían, proporciona cierta satisfacción comprobar que, en el caso de las Cuentas vascas, nos fijamos solo en su contenido concreto, con la excepción de la anécdota de Podemos que allí atrae apoyos para decidir y aquí se aparta de la decisión.

Vistas en general, las Cuentas vascas son bastante previsibles. Contemplan un aumento histórico de los gastos, enorme en los capítulos sociales y grande en infraestructuras públicas. Aumentan también los ingresos procedentes de las diputaciones, aunque los porcentajes no deberían ocultar la realidad de unos flujos de dinero que, en términos absolutos, se quedarán muy lejos de los contabilizados el año pasado, antes de que la enfermedad nos flagelase.

Los conceptos son los esperados: salud, educación, políticas sociales, etc. Los esperados y los necesarios. 2020 ha sido el año del desastre sanitario, del derrumbe de la economía y de la caída del empleo. 2021 será el del sostenimiento del edificio, taponando grietas y apuntalando columnas, y debería ser el de la reconstrucción definitiva. Lo de las grietas está claro, lo de la reconstrucción está todavía en mantillas.

Lo hemos fiado todo al dinero europeo, un dinero que todavía no ha llegado, que lo necesitamos pero que, de momento, no es seguro que lo merezcamos y nos lo vayan a dar. Para ello será necesario presentar proyectos que se enmarquen en los sectores elegidos y que demuestren su sensatez y viabilidad. Las empresas tienen la obligación y la oportunidad de utilizar ese dinero para reparar el daño presente y encarar un futuro mejor y el Gobierno vasco está obligado a mantener una política de apoyo a nuestras empresas y a ejercer una interlocución directa con quien vaya a distribuir el maná europeo. Que esa es otra.

Ante la imposibilidad de crear un equipo ministerial específicamente dedicado a ello, Pedro Sánchez optó por nombrar encargado al Ejecutivo al completo, lo cual, junto con la decisión de incorporar al trabajo a las 17 autonomías, forman un esquema que no tiene pinta de ser el más eficiente, ni el más ordenado. Nos jugamos demasiado en el envite. Es un momento irrepetible y no podemos fallar. Ni las empresas, ni el Gobierno. Los Presupuestos que comentamos pueden arreglar el próximo año. El plan de recuperación debe garantizar el futuro. Una tarea imprescindible.