Bieito Rubido-El Debate
  • Se necesita un plan que aborde una investigación exhaustiva de las causas, una reforma legal que penalice a los delincuentes, incentivos para el cuidado y limpieza de los bosques, y una política de reforestación ambiciosa… ¡Ah! Y guardarse la soberbia de ecologistas de despacho y hacer caso a los viejos ingenieros agrónomos que han regenerado muchos bosques

De entre todos los datos que se agolpan sobre el tapete de análisis de la ola de incendios hay tres o cuatro situaciones clamorosas ciertamente inquietantes: el hecho de que la mayoría de los incendios se concentren en una parte del mapa de España; la desidia evidenciada por el Gobierno central, tratando de aprovecharse una vez más del dolor de los españoles (algo marca de la casa PSOE) y, finalmente, el abandono de políticas forestales que contribuyan a prevenir los desastres que ahora mismo vivimos. Siendo todo eso muy relevante, la verdad más incomoda es que la mayoría de los incendios se deben a la mano del hombre y son intencionados. Esto viene siendo así desde hace muchos años. Ahora mismo hay treinta detenidos y cien sospechosos que son investigados. Hay además demostraciones de que en algunos de los casos se apreciaron hasta cuatro focos distintos en el mismo incendio. Eso solo es posible si alguien lo hace de manera intencionada. Así que lo primero que las autoridades deben plantearse seriamente es la dedicación rigurosa y constante de una política que combata y, por tanto, busque y persiga, a los criminales que provocan los incendios.

El alcalde del municipio orensano de Laza, Ramón Barreal, mostraba ayer un artefacto con el que se provocan los incendios y que fue encontrado en medio de los restos calcinados de un bosque. Ya en el año 1979, en pleno mes de agosto, el desaparecido diario Informaciones mostró en su primera página un artefacto de apariencia muy sencilla que era utilizado para provocar fuegos y que apareció en medio de un bosque antes de que funcionase. Aquel artefacto hubiera desaparecido entre las llamas, ya que estos delitos apenas dejan huellas al calcinarse cualquier evidencia. En aquel caso se trataba de una tablilla muy delgada que soportaba sobre ese tipo de aglomerado de madera fina dos lupas que una sobre la otra aumentarían el calor en medio de la arboleda. Se dejaban a primera hora de la mañana y a mediodía surtían su efecto. Esto quiere decir que llevamos décadas sufriendo estos delitos y en un porcentaje muy elevado está detrás la mano del hombre.

Otra cosa distinta es conocer la motivación real del pirómano. Va desde el loco marginal hasta el que posee motivaciones económicas, sin descartar algunos casos en los que, siendo los seres humanos los responsables, ha actuado también el azar.

Lo que tiene que hacer este Gobierno que padecemos, que además de ser gafe ha demostrado una destacada impericia y algo de vagancia, es ponerse manos a la obra y hacer un plan, no para cambiar el curso del Amazonas, que de eso se encargan otros, pero sí de diseñar y ejecutar una política forestal en condiciones. Un plan que aborde una investigación exhaustiva de las causas, una reforma legal que penalice a los delincuentes, incentivos para el cuidado y limpieza de los bosques, y una política de reforestación ambiciosa… ¡Ah! Y guardarse la soberbia de ecologistas de despacho y hacer caso a los viejos ingenieros agrónomos que han regenerado y visto crecer muchos bosques a lo largo de los años.

La verdad incómoda, moleste a quien moleste y ateniéndonos a las evidencias, es que la mayoría de los incendios son obra del ser humano.