EL CORREO 05/10/14
· Covite inicia una campaña para que un centenar de ayuntamientos vascos coloquen rótulos en memoria de cada uno de los asesinados por el terrorismo
El colectivo de damnificados se inspira en un proyecto llevado a cabo en Alemania para recordar a los ciudadanos asesinados por los nazis
BILBAO. Una placa en memoria de cada víctima del terrorismo. La idea es muy sencilla, su ejecución no siempre lo es. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi, Covite, inició hace una semana una campaña para colocar un rótulo, o elemento distintivo, en cada uno de los lugares de la geografía vasca en los que el terrorismo, ya sea de ETA o de otros grupos como los GAL o el BVE, pusieron fin a una vida. Un centenar de ayuntamientos está llamados a sumarse a este proyecto, cuyo objetivo consiste en evitar que el paso del tiempo y la «desidia de las instituciones» acabe por «difuminar» el recuerdo de los damnificados. En definitiva, de lo ocurrido en este país.
«Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada». La cita del escritor y pensador político irlandés Edmund Burke sintetiza a la perfección el por qué de la iniciativa abanderada por Covite. Pero antes de desgranar su sentido, así como los pasos que se han dado hasta la fecha para materializarla, cabe detenerse en el origen de la misma. ‘Una víctima, una placa’ se inspira, según revelaron desde la asociación que lidera Consuelo Ordóñez, en el proyecto ‘Stolpersteine’ – palabra alemana que se refiere a una piedra colocada en un camino que puede hacer tropezar al viandante–, del artista Gunter Demnig, y cuyo propósito es recordar a todas la víctimas de la barbarie nazi. En lugar de erigir un único monumento conmemorativo, Demnig consideró más interesante insertar en las aceras de las calles, a modo de adoquín, sendas piedras con una placa de latón incrustada, en la que aparecía grabado un texto en memoria de las víctimas en cuestión.
Instaló la primera en 1992, con motivo del cincuenta aniversario de la orden dictada por Heinrich Himmler para la deportación de gitanos, en el adoquinado de la plaza del Ayuntamiento de Colonia. En la placa se podían leer las primeras líneas del decreto de deportación. No se detuvo ahí. En años sucesivos el artista alemán colocaría, sin permiso administrativo, piedras en calles de diferentes ciudades, incluida Berlín. Pero tuvo que esperar hasta el año 2000 a que el proyecto cobrara fuerza, tanto en Alemania como en Austria, convirtiéndose, con aval institucional, en el memorial más descentralizado del mundo.
En la actualidad existen más de 17.000 placas repartidas por cientos de ciudades, y el proyecto continúa. Cada piedra se coloca en el último domicilio en el que residieron las víctimas o cerca del mismo. Cabe recordar que muchos edificios fueron derribados y ahora albergan parques. En cualquier caso, las placas se encuentran siempre en aceras o caminos, para que el viandante tropiece con ellas, se detenga y conozca su significado.
Bilbao, el primer paso
Eso es lo que, con una estrategia similar, persigue Covite: evitar que las próximas generaciones «olviden» lo que ha pasado en Euskadi. Guiada por este objetivo, la asociación vasca instaló el pasado domingo, día 21, en el muelle de Marzana de Bilbao una placa en recuerdo de María Luisa Sánchez Ortega. Se trata de una trabajadora de la limpieza que murió el 19 de febrero de 1987 en ese preciso lugar –donde por aquel entonces estaba instalado un concesionario de coches– por el efecto de una bomba de ETA. El colectivo de damnificados no solicitó, sin embargo, permiso al Consistorio de la capital vizcaína, lo que derivó en su retirada días después.
El gesto, ahora bien, no fue en vano. A pesar de que el Ayuntamiento de Bilbao ordenó al área de Espacio Público que quitara el rótulo por haberse instalado de manera «unilateral», al final se decantó por recoger el guante lanzado por la asociación de víctimas. La junta de gobierno (PNV) aprobó recordar de forma «personalizada» a todas las víctimas mortales que el terrorismo y la violencia de motivación política han dejado tras de sí en la ciudad. Así colocará placas u otro «elemento identificativo personal» en memoria de estos damnificados en cada uno de los puntos del municipio en los que se produjera un atentado. El Consistorio reservará una partida económica destinada a este fin en el anteproyecto de Presupuestos para 2015.
La decisión del Ayuntamiento bilbaíno no tardó en suscitar el aplauso de Covite. La asociación agradeció a la Corporación municipal la «celeridad» con la que accedió a colocar placas en recuerdo de las víctimas. Advirtieron, ahora bien, que es «imprescindible» que cada rótulo lleve inscrito el nombre de la banda terrorista que cometió el atentado.
La de Bilbao, sin embargo, ha sido la ‘primera piedra’ de una iniciativa mucho más amplia, la apuesta por extender dicho reconocimiento individualizado a toda la geografía vasca. Tras el ‘fruto’ recogido en la capital vizcaína, Covite solicitó por vía administrativa a 94 ayuntamientos que sigan su mismo ejemplo. «Es el turno de que los demás municipios en los que el terrorismo ha dejado su huella garanticen el derecho a la memoria», proclamaron. Para facilitar el trabajo a los consistorios, la asociación incluyó en sus cartas