VICTORIA PREGO, EL MUNDO 05/07/13
· Lo que es imposible, salvo milagro, es que el sujeto mejore si, a estas alturas, no ha mejorado ya. Eso sólo lo pueden decir los médicos. Pero, por mor de la confidencialidad obligada, los detalles contenidos en el parte sobre el estado de Bolinaga enviado al ministerio del Interior desde el Servicio Vasco de Salud permanecen secretos. Si es información confidencial, y lo es, no se entiende qué buscaba el Ministerio pidiendo un nuevo informe. ¿Únicamente hacer pública la conclusión de los doctores? Porque, tratándose del individuo de que se trata, para darla por buena sin rechistar se necesita una cierta dosis de fe, o de conformidad, que las víctimas del terrorismo no tienen por qué tener y que, de hecho, no tienen. No se fían las víctimas.
Pero una cosa es que el individuo no haya muerto todavía y otra muy distinta es que su estado no sea terminal y que no esté desahuciado. Dadas esas condiciones, es demasiado tarde para pretender ahora que el terrorista sea devuelto a la cárcel a esperar la muerte.
Lo que sí habría sido posible es que el tratamiento de quimio y radioterapia lo hubiera recibido mientras seguía en prisión. Eso lo dice el Colegio de Médicos y lo sabe cualquiera que tenga, o haya tenido, un cáncer.
La radioterapia no es dolorosa y, además, no se puede prolongar eternamente: son sesiones medidas y contadas. Y, por lo que a la quimio se refiere, cada sesión dura menos de una hora y han de pasar varias semanas entre una y otra. Es el tiempo imprescindible para poder aguantar los efectos del tratamiento, que incluyen una extrema debilidad, y para ir recuperando poco a poco la mínima fortaleza física que permita repetir la operación.
En ese lapso el enfermo no requiere muchas más cosas que una cama en la que reposar y una alimentación adecuada que le devuelva las fuerzas, elementos ambos que Bolinaga habría podido tener en la cárcel de León en la que inicialmente estaba.
Así que la cuestión no es ahora si debe volver a prisión sino por qué razón hubo que sacarlo y por qué no recibió el tratamiento en el hospital público de la capital leonesa.
Ahora –aparte de esperar la noticia de su muerte, que los médicos aseguran que no está lejana– ya sólo queda constatar que, tras el escándalo político desatado hace un año por su excarcelación, no se han registrado nuevos movimientos en ese mismo sentido.
Nada más se ha vuelto a saber de aquella larga lista de terroristas dispuestos a salir en libertad después de Bolinaga. Ni la banda la ha vuelto a agitar como arma de presión, ni el Gobierno ha vuelto a acercar a los hospitales vascos a más etarras enfermos ni tampoco a pedir, que se sepa, nuevos informes médicos al Servicio Vasco de Salud.
Si lo del torturador de Ortega Lara era una cata a la opinión pública, la duda quedó rotundamente resuelta: los ciudadanos no tolerarían ni un solo caso Bolinaga más.
VICTORIA PREGO, EL MUNDO 05/07/13