Cuando estamos a cuatro semanas de las elecciones municipales y autonómicas, el sanchismo naufraga en todos los pronósticos, salvo en el que empecinada e infructuosamente viene empujando José Félix Tezanos en el indecente magreo al que viene sometiendo al CIS desde que se hizo cargo del mismo hace cinco años. Él no se cree los resultados que proclama, y su mandante tampoco, pero es que ellos no han venido a este mundo a decir la verdad o a contar lo que pasa. Les basta con que sus embustes los interiorice su clientela y contribuya a que se conviertan en realidad con el impulso de sus votos.

Sigma Dos ha hecho público su sondeo que iguala los resultados del principal partido de la oposición (137 escaños) con la suma de diputados que obtienen los tres partidos de la izquierda en su coalición, (99+32+6). El resto de la suma Frónkonstin, nacionalistas, golpistas y otras especies, se quedan en 37 escaños, dos por debajo de los que la encuesta pronostica a Vox.

O sea que, como veníamos diciendo, para acabar, políticamente hablando, se entiende, con el okupa de La Moncloa es necesario un acuerdo básico entre el PP y Vox, condición necesaria, aunque no sé si suficiente para derogar el sanchismo, primer objetivo de los dos:  Que el PP no tiene tanto interés en llegar al Gobierno en solitario como instalarse en La Moncloa, aunque sea con ayuda. Tampoco estaría mal que el partido de Abascal considerase más interesante colaborar en el sanchicidio  que ajustar sus cuentas con el Partido Popular. Ese es un error en el que ya incurrió Ciudadanos cuando se empeñó en dar el sorpasso al PP con el resultado que estamos a punto de comprobar. Todavía quedan unos meses hasta las generales, pero dentro de 28 días  vamos a tener un ensayo general con todo que va a darnos ocasión de reflexionar y también se la va a dar a alguno de los actores principales de estas elecciones, un suponer, a Rocío Monasterio, para que comprenda que ganar a Isabel Díaz Ayuso, además de un empeño improbable es una empresa de menor interés para la mayoría de los madrileños. Y de los españoles, naturalmente.

El empeño de Pedro Sánchez está bastante condenado al fracaso. Su coalición con Podemos  lo ata a la cuadrilla de ministros más incapaces que ha conocido la democracia española. No es que entre los nombrados por él haya lumbreras destacables, pero las ministras podemitas, pongamos que hablo de Irene y Ione, tienen un inconveniente adicional: que no las ha nombrado él y tampoco las puede destituir. Ahí están sus hechos: más de mil violadores con las penas rebajadas por la aplicación de una ley descabellada, un despropósito del que solo pudieron salir en parte con los votos del PP a la reforma de Sánchez de la Ley Sisí. Él no la votó. Está la marcha de Ferrovial, que será seguida por otras empresas, según el 59,9% de los encuestados. Y luego está lo de la vivienda, que Sánchez definió como el 5º pilar del estado del bienestar, o quizá la quinta columna del sanchismo. La promesa de movilizar 50.000 inmuebles y ejemplo antológico de oxímoron en dura competencia con ‘la música callada del toreo’, que acuñó Bergamín y que no convence al 25% de los españoles. El 61% cree que los alquileres subirán, ya lo verán. No sé, yo a este tipo no acabo de verlo en plan superviviente.