Jorge Galindo-El País
Es cierto que Cataluña ha ofrecido una ventana de oportunidad, pero tarde o temprano otros temas llegarán a la agenda
Ciudadanos gusta de mirarse en el espejo de Macron. Es normal, porque en ese reflejo está la esperanza de que sea sostenible el experimento de mestizaje ideológico que alberga su actual 24% de estimación de voto.
Sin embargo, es posible que Macron sea más producto del sistema electoral de dos vueltas que de un giro ideológico perpendicular al eje izquierda-derecha. La coalición que le sostiene fue forzada por la coordinación del voto frente a Le Pen. Pero Ciudadanos compite en un sistema parlamentario, donde el voto es (digamos) más libre de entrar y salir. Si al partido de Rivera le están entrando ahora votos, lo que tiene que preguntarse es: ¿por qué ahora? y ¿cuándo podrían salir?
Es cierto que Cataluña ha ofrecido una ventana de oportunidad, pero tarde o temprano otros temas llegarán a la agenda. Ciudadanos sigue siendo el socio esperado del PP para los presupuestos, así como para todo un calendario de reformas en parte negociado antes de la escalada del partido. Además, aunque el 5 de la escala ideológica (centro o centro-izquierda, según el CIS) sea todavía la posición más habitual de sus votantes, la mayor parte de quienes se han vuelto naranjas recientemente vienen justamente del PP.
Por todo, más que a un En Marche, Ciudadanos se parece a un FDP alemán o a un LibDem británico en horas altas, que tiene una oportunidad para competir con sus rivales (SPD y CDU; laboristas y conservadores); con quienes también debe entablar relación porque, a diferencia de Macron, Rivera jamás podrá gobernar solo.
Es probable que los votantes entiendan perfectamente esta limitación, pero no que sean benévolos con el dilema que plantea entre unidad (con socios potenciales) y distinción (de rivales actuales). No lo han sido con el FDP tras rechazar una coalición con CDU, ni lo fueron con los LibDem después de cinco años de gobierno conjunto con los tories.
Por ello, el reto de Ciudadanos es el de escoger bien sus batallas, dando prioridad a aquellas que le permitan distinguirse sin cargar con la culpa de una eventual ruptura. Cataluña es la más conveniente para ellos, pero probablemente no puede ser la única.