Tonia Etxarri-El Correo

Cambio de dimensión. Hemos chocado con la realidad. Conmocionados por el aislamiento y oyendo por tierra, mar y aire la canción ‘Resistiré’ que Carlos Toro compuso para el Dúo Dinámico allá por el 88 y que la gente canta en sus vídeos caseros como si fuera un himno al que aferrarse como un ‘chute’ de energía. Con muchos hospitales al borde del colapso y el Congreso semivacío, Pedro Sánchez apeló (ahora sí) a la unidad política .

Porque la pandemia no tiene ideología aunque él mismo recurra a ella cuando se refiere a su apuesta por la sanidad pública en exclusiva, como si la privada no estuviera demostrando, precisamente estos días, su necesaria existencia. Sánchez tiene el apoyo en esta guerra vírica. Porque la oposición se lo da. Sin orillar, por eso, las críticas a la negligencia inicial del Gobierno, que tardó un tiempo precioso en reaccionar excusándose en el pretexto de que «nadie tenía certezas». Es cierto que la mayoría de gobiernos han ido dando palos de ciego. Y que si no tenían información concreta, al menos, estaban avisados. Un informe de la CIA de 2009 alertaba de un posible desencadenamiento de una pandemia mundial vírica extremadamente contagiosa. El propio Bill Gates advirtió en una conferencia en 2014 de que se había invertido mucho en disuasión nuclear y muy poco en control de «epidemias para las que no estamos preparados». Y ahora, justamente, nos encontramos en ese escenario.

Hay emergencias que defender. Porque hay que salvar vidas. Por lo tanto, se aplaza la política partidaria, banderas y causas de secesión porque este virus traspasa hasta las fronteras imaginarias. Ayer se abrió un canal de comunicación inédito entre el Gobierno y la oposición. PP, Vox y UPN se pusieron a remar en la misma dirección que Sánchez. Aunque piensen que debería liderar un Gobierno con otras alianzas. Aunque no compartan que no se favorezca más a pymes y autónomos, aunque tengan dudas sobre la respuesta de la economía al «escudo» de 200.000 millones de fondos públicos, o que piensen que habría que congelar las subidas fiscales o que los ERTE deberían ser el último recurso que debería potenciar un Gobierno que pelea contra los despidos. Pero la situación de emergencia ha provocado que el ‘cordón sanitario’ fomentado por Pedro Sánchez contra las derechas haya quedado en suspenso.

Ayer, en el Congreso, hasta los soberbios hablaron de humildad. Sin ánimo de señalar. Todavía no hemos llegado al pico del coronavirus. Sánchez, desde el mando único del Estado de emergencia, ya no se permite deslices. La situación es excepcional. Si se necesita que la UME preste sus servicios, las autoridades nacionalistas de Cataluña y Euskadi deberían facilitarlo. Si los expertos chinos han pedido que Europa adopte medidas más proactivas, con más test para identificar contagios, tendrían que hacerles caso. Eso es actuar con humildad y en beneficio de todos.