Considera que «no es de recibo» dirigir el Departamento de Justicia y abogar por celebrar el plebiscito aunque sea prohibido por el Tribunal Constitucional.
Las divergencias entre el PNV y EA volvieron a quedar ayer en evidencia. Incluso en un tema tan sensible para ambos partidos como la consulta de Ibarretxe, en la que mantienen un frente común contra el Gobierno central y contra el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, no han podido evitar que salgan a la luz las diferentes posturas de unos y otros. El último encontronazo tuvo como protagonista al presidente del EBB, que ayer abroncó en público a su principal socio en el Ejecutivo autonómico por los planteamientos que ha esbozado en las últimas semanas.
Iñigo Urkullu criticó a los dirigentes de Eusko Alkartasuna, con su presidente Unai Ziarreta a la cabeza, por defender la celebración del plebiscito aun cuando el Tribunal Constitucional estime ilegal la Ley de Consulta. En su opinión, un partido que forma parte del Gobierno vasco no puede apostar por desbordar la legalidad, máxime cuando «entre sus responsabilidades» está «la gestión de un departamento como es el de Justicia».
Esa defensa extrema que EA viene realizando de la consulta de Ibarretxe es, en opinión del presidente del PNV, un obstáculo a la hora de analizar si ambas formaciones concurren juntas en los próximos comicios. La coalición electoral entre nacionalistas es una posibilidad que ha sobrevolado las últimas citas con las urnas, sin llegar a materializarse ni en las municipales de 2007, ni en las generales de este año. El temor a una victoria del PSE-EE en las autonómicas del próximo año ha provocado que desde ciertos círculos se haya vuelto a retomar este proyecto, aunque en las filas peneuvistas lo vean como algo «prácticamente imposible».
En ese escenario, fuentes jeltzales interpretan las palabras de ayer de Urkullu en Radio Euskadi como un golpe encima de la mesa y un «aviso» a EA y EB para dejar claro que será el PNV «quien marque el camino» a tomar en la defensa del proyecto de Ibarretxe. La dirección jeltzale viene insistiendo en que «acatará» lo que vayan a decidir los jueces porque su partido «no ha desbordado» en más de 110 años de historia la legalidad vigente.
Y quizá por ello, Iñigo Urkullu considera que las pretensiones de EA de promover la desobediencia civil y saltarse el marco constitucional para defender el referéndum soberanista «no van con el rigor» que se presupone a cualquier partido que tiene en su mano el «ejercicio de las propias instituciones vascas».
Marcar distancias
El máximo responsable del EBB calificó de «muy extraño» que Unai Ziarreta y el resto de dirigentes de Eusko Alkartasuna presionen para infringir el ordenamiento legal si la consulta es anulada definitivamente porque, recalcó, la propia ley aprobada en el Parlamento vasco «tiene contemplados» diferentes artículos «sobre el desarrollo y ejecución» del referéndum.
El gesto de Urkullu también ha suscitado una segunda lectura: la búsqueda de un discurso que diferencie a los dos partidos frente a sus respectivos electorados, en un intento de los peneuvistas por colocar a EA en posiciones más extremistas frente a la centralidad que representarían los jeltzales. La dirección del PNV tampoco está satisfecha con la gestión que sus socios de Gobierno están realizando en el Departamento de Educación y no ven con buenos ojos proyectos de ley como el de los modelos lingüísticos que pretende imponer el euskera como principal lengua en la enseñanza, desplazando al castellano, o el decreto para que los comercios ofrezcan sus servicios en la lengua vasca, sin dar un plazo de adaptación a la ley.
Mientras tanto, EA prefirió ver la polémica desde la barrera. Portavoces de esta formación rechazaron ayer valorar las palabras de Urkullu y las enmarcaron dentro del «juego» político. Reconocieron, eso sí, que en las últimas semanas han sido muy críticos con el líder jeltzale por asumir que un hipotético rechazo del Constitucional a la consulta anularía definitivamente el proyecto de Ibarretxe. «Creemos que esa postura de Urkullu y del PNV es un error», sostuvieron ayer.
EL CORREO, 14/8/2008