EL CORREO 03/04/14
· El Gobierno asegura haber intentado sin éxito «su encaje» en el equipo, pese a tratarse de un «problema larvado».
El lehendakari cesó ayer de manera fulminante a su asesor en materia de víctimas. Tras «agradecer» el trabajo realizado por Txema Urkijo durante sus «once años» de andadura en el Gobierno vasco, Iñigo Urkullu justificó su decisión en las «diferencias» que existen en el seno de la Secretaría de Paz y Convivencia en cuanto a la «metodología de trabajo» a seguir. Más en concreto entre su líder, Jonan Fernández, y el propio Urkijo.
La polémica que alertó sobre la posible destitución del asesor de la Dirección de Víctimas se destapó el pasado miércoles, tras conocerse que Txema Urkijo retuvo durante año y medio una carta del preso de la ‘vía Nanclares’ Kepa Pikabea con destino al guardia civil Miguel Ángel Madariaga, herido en un atentado de ETA. El asesor del Ejecutivo de Vitoria admitió haberse quedado con la misiva al no ver garantizadas las condiciones de «discreción» que le exigía Pikabea para su entrega. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi (Covite) no dudó en pedir su dimisión, sin que nadie del Ejecutivo saliera en su defensa. Pese a que en un primer momento desde el Gobierno vasco –en palabras de su portavoz, Josu Erkoreka– se estimó que dicho gesto constituiría una «información relevante para evaluar la gestión de un cargo público», el lehendakari optó ayer por desligar lo ocurrido la semana pasada con la carta de la razón que ha motivado en realidad la salida de Urkijo de Lakua. Es más, este último afirmó también ayer que se trata de una «mera coincidencia».
Las divergencias entre Jonan Fernández y Txema Urkijo vienen de lejos.
Así lo reconoció ayer este último. Afirmó que se trata de un «problema larvado» tiempo atrás que radica en su «incompatibilidad mutua». Los dos se iniciaron en los movimientos sociales, aunque de ideologías dispares. El ahora secretario de Paz y Convivencia, antiguo concejal de HB en Tolosa, lo hizo en la plataforma Elkarri, mientras que Urkijo fue uno de los impulsores de Gesto por la Paz en los duros años ochenta.
Aquellas diferencias, no obstante, se han mantenido con ambos en el Gobierno vasco, haciéndose especialmente patente en los últimos meses. La reunión que el lehendakari y el ya exasesor de Víctimas mantuvieron el pasado viernes no ha sido su única conversación a lo largo de la legislatura para tratar de atajar la escasa sintonía que existe entre Urkijo y su jefe directo. En esta última conversación, el consultor trasladó al jefe del Ejecutivo su disposición máxima a colaborar con el equipo y rechazó presentar su dimisión. Pero las aguas ya bajaban muy revueltas. Tras más de una década de dedicación absoluta a la Dirección de Víctimas, tanto con los gobiernos del PNV como con el del PSE, su proyección pública fue apagándose a raíz del nuevo organigrama implantado por Urkullu y su apuesta por poner a Jonan Fernández a la cabeza de todas las cuestiones relacionadas con la nueva etapa abierta tras el cese de ETA. La presencia del asesor de Víctimas en actos oficiales pasó a ser meramente anecdótica.
«Tiene razón»
Urkijo, que apuntó ayer que el Gobierno vasco «tiene razón» en el argumento empleado para justificar su cese, manifestó que las divergencias descansan tanto en la «interpretación como en la ejecución» de la metodología de trabajo de la Secretaría de Paz y Convivencia. Los partidos de la oposición, salvo EH Bildu, han criticado en reiteradas ocasiones que el Ejecutivo haya puesto el «foco» en los presos y en menor medida en las víctimas del terrorismo. Tampoco ha sido visto con buenos ojos el papel que ejerció el lehendakari al arropar públicamente a los verificadores tras ser citados por la Audiencia Nacional para testificar sobre el vídeo de la entrega de armas por parte de ETA.
En el Gobierno vasco no quieren buscar «culpables» de la destitución de Txema Urkijo. «Se ha intentado que hubiera un encaje, pero no daba más de sí», sostienen. La situación llegó a un «punto de no retorno» el pasado martes. La tensión se reflejó en la reunión a puerta cerrada del Consejo de Participación de Víctimas del Terrorismo, en la que el todavía asesor de Lakua puntualizó, e incluso contradijo, a Fernández en los diferentes temas que se pusieron sobre la mesa.
Así, no dudó en señalar que el memorial por las víctimas del terrorismo no es una prioridad para ninguno de los gobiernos, ni para el vasco ni para el central, e incluso afeó, de alguna manera, que desde Lakua no se presione a Madrid para que saque adelante el proyecto del centro con la misma intensidad con la que reclama para sí la competencia en materia penitenciaria.
Desde la Lehendakaritza lamentaron no haber «conseguido» que Urkijo «se sume» al equipo, ahora de dos, de la Secretaría de Paz y Convivencia. Además de Fernández, este departamento lo conforma también la directora de Víctimas, Mónica Hernando. En el Gobierno vasco aseguran que su voluntad es la de ocupar el hueco que deja Txema Urkijo. Remarcan que alguien cubrirá sus funciones y su cargo, si bien aseguran que por ahora no barajan en firme ningún nombre.
La elección de quién pasará a ser el o la nueva asesora de víctimas de Lakua corresponderá a Jonan Fernández. Y es que, según subrayan, el objetivo es evitar nuevas fricciones en el equipo. El sustituto deberá, en cualquier caso, contar con el visto bueno del lehendakari, pero también ajustarse a un perfil que acepten los distintos colectivos de víctimas.
EL CORREO 03/04/14