EL CORREO, 29/9/11
Exige a Batasuna que, por el bien del proceso, controle su «mezquindad» y su «odio y obsesión con el PNV»
Era más que previsible el enfado de Iñigo Urkullu ante la crudeza de las declaraciones públicas de la izquierda abertzale que, en la descarnada pugna que ambos mantienen, le acusó el lunes de tener un «nulo compromiso» con el proceso. Es más, Jone Goirizelaia y Txelui Moreno insinuaron que al PNV «le molestan» los avances hacia la paz porque no está participando en ellos, sino que sigue «anclado en la estrategia de bloqueo del Estado». La respuesta llegó en forma de un largo y encendido artículo en su blog, cuyo título lo dice todo: ‘Hasta aquí podíamos llegar’. Y eso que, como él mismo admite, se ha concedido «48 horas de reflexión» antes de contestar.
Urkullu siempre ha defendido el trabajo «discreto» del PNV para consolidar el final definitivo de la violencia -de hecho, en su texto incluyó una mención a su reunión con los verificadores internacionales- y ayer volvió a reivindicar el papel del PNV en la paz, aunque sin desvelar en qué consiste exactamente «por respeto a otras personas que están trabajando lealmente para que esto salga adelante, al PNV y a mí mismo». Pero no por falta de «ganas», dijo. «No nos chupamos el dedo ante la deslealtad con la que otros proceden en base a sus cálculos», aseveró, en clara referencia a la izquierda abertzale, a la que ya en su discurso del Alderdi Eguna exigió que deje de lado esos cálculos. El PNV cree, de hecho, que ETA demorará cuanto pueda su canto del cisne si así puede favorecer a la izquierda abertzale en los comicios autonómicos.
Aunque no concretó más sus alusiones, sí recordó algunos hitos. Por ejemplo, cuando él mismo confesó haber hecho «lo que no está escrito» para impulsar la legalización de Bildu. «No lo voy a desvelar. Pero, ¡ay, si refiriéramos lo que no está escrito también desde entonces a hoy!», advirtió. Igualmente hizo hincapié en la celeridad con que el PNV reaccionó -fue el primero- a la adhesión del colectivo de presos de ETA al Acuerdo de Gernika. Urkullu salió a la palestra, antes que nadie, para constatar que el paso dado abría la puerta al cese definitivo de la violencia. «No fue una casualidad, como bien saben algunas personas, que fuera el PNV el primero que se posicionó de forma inequívocamente favorable. Goirizelaia y Moreno saben otras muchas, muchas cosas. Pero no voy a decir más».
Urkullu nunca ha escondido que mantiene contactos muy habituales con el mundo de Batasuna y de ahí su reacción. Lo que no ahorró fue calificativos a la estrategia «de menosprecio, desprecio, arrogancia y desmemoria» de la izquierda abertzale hacia su partido, con la pretensión, según Urkullu, de «dividir» a los jeltzales. La tachó de «obsesión enfermiza esquizofrénica» con el PNV. «Y cuando hablo de esquizofrenia, sé a lo que me refiero», puntualizó, seguramente para subrayar que lo mismo le piden ayuda que arremeten contra él. Deploró, por lo tanto, «los insultos, la insolencia, la prepotencia y la chulería» de ese mundo, a quien pidió que «controlen su mezquindad, cortedad de miras y obsesión y odio al PNV» por «el bien» del proceso de paz.
EL CORREO, 29/9/11