EL MUNDO – 29/03/16
· El renovado aval de su partido lo recibió hace apenas dos días, el pasado Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca). El lehendakari Iñigo Urkullu recogía de manos de la dirección del PNV el traje de candidato a lehendakari para las autonómicas vascas de otoño, o en su caso –si se produce un improbable adelanto electoral–, de junio.
Por ahora su candidatura se confecciona con hilvanes a la espera de la costura definitiva de las bases de su partido. En clave interna Urkullu vive un momento dulce, aunque incierto de puertas hacia fuera.
En Sabin Etxea nadie cuestiona su liderazgo. Lo afianzó como presidente del PNV (2007-2012) y lo ha reforzado como lehendakari. Pero fuera de la sede del PNV hace frío. Los vientos de renovación, fundamentalmente procedentes de un fortalecido Podemos Euskadi, inquietan. Más tras comprobar que los sondeos debilitan a su hasta ahora socio, el PSE. Las encuestas no otorgan a la suma PNV-PSE mayoría suficiente.
En estos tres años y medio como lehendakari, Urkullu ha vivido todas las estaciones políticas. Su retorno al poder en diciembre de 2012 fue la primavera del PNV tras el desierto interior e institucional que supuso el pacto PSE-PP que aupó a Patxi López. Pronto llegó el invierno ante la falta de mayoría para gobernar, pero que finalmente el PSE convirtió en un verano plácido, al erigirse como aliado fiel del PNV y extender coaliciones y apoyos al conjunto del entramado institucional vasco. Ahora, en la última fase de su primer mandato, Urkullu atraviesa el otoño de su legislatura. Lo hace con un balance legislativo discreto, provocado por el enfriamiento del PSE, que ha forzado al PNV a buscar calor en brazos de EH Bildu para sacar adelante algunas leyes.
El diagnóstico de la situación lo expondrá el lehendakari mañana en el Hotel Westin Palace de Madrid, donde inaugurará el ciclo Tribuna Autonómica dentro del espacio de debate A este lado de EL MUNDO. Para el candidato Urkullu el horizonte aparece incierto. Con Podemos pisando los talones al PNV, tendrá que empeñarse en reivindicar y hacer creíble el papel social del partido ante el debilitamiento del soberanismo.
En este tiempo Urkullu ha sabido identificarse, dentro y fuera del País Vasco, con un discurso alejado del de su antecesor, Ibarretxe. Una apuesta por una nueva relación entre el País Vasco y España basada en el diálogo y el acuerdo. Sin rupturas ni vías unilaterales hacia una «soberanía compartida». Defiende con insistencia que es tiempo de «actualizar» la relación con España.
Hace cuatro años concurrió prometiendo un referéndum en 2015 para votar un nuevo estatus político. Tras fracasar en el intento, prima el consenso. Recuerda que primero debe aprobarse en el País Vasco para acordarlo después con España. Dice que hay margen para hacerlo. La clave: los derechos forales reconocidos en la Constitución y sobre los cuales podría darse forma a la «nación foral vasca». La propuesta figura en la agenda que el PNV ha puesto sobre la mesa de Sánchez. El PNV no se cierra a un acuerdo pero esperará a que el PSOE desbroce el camino.
EL MUNDO – 29/03/16