El PNV concretó ayer la estrategia que maneja para los pactos poselectorales. Desveló que juega a ganador, consciente de que ha sido el partido más votado en las urnas, y que endosa a sus rivales la responsabilidad sobre la configuración del nuevo escenario municipal y foral.
El presidente nacionalista, Iñigo Urkullu, confirmó que el partido votará a sus propios candidatos en Ayuntamientos y Diputaciones y endosó a PSE y PP la responsabilidad de que Bildu pueda llegar a gobernar en San Sebastián o en Guipúzcoa. «No estamos dispuestos a conformar pactos contra nadie. La estrategia de bloques enfrentados forma parte del pasado y nosotros preferimos mirar hacia el futuro», argumentó.
Urkullu compareció en Bilbao para desgranar los pilares de actuación que la asamblea nacional y la ejecutiva del partido habían debatido el lunes. La formación es consciente de que se sitúa como única opción alternativa al soberanismo abertzale y no está dispuesta a ofrecer contraprestaciones. En el peor de los casos, sabe que cuentan con los votos de Bildu para conservar la Diputación de Álava. En el mejor, que incluso pueden obtener el apoyo gratuito de socialistas y populares para gobernar en Guipúzcoa, lo que estos insisten en rechazar sin un pacto global, sin la responsabilidad que conllevaría conservar la institución foral con un pacto previo para arrumbar a la coalición.
El líder peneuvista solo tenía que vestir ayer su apuesta y así lo hizo. Habló de que en Euskadi se ha abierto «un nuevo tiempo» tras las elecciones locales y aclaró que no será su partido el que trate de dificultarlo con pactos «frentistas». «Nuestro único compromiso es con nosotros mismos», recalcó, tras incidir en la crítica a PSE y PP por afrontar las negociaciones con la premisa de excluir a Bildu. «Será su responsabilidad si continúan con la misma estrategia», advirtió, en referencia a que no hay marcha atrás para la constitución de los nuevos Ayuntamientos, prevista para el sábado, pero que sí se pueden contrastar aún programas de cara a la conformación de las Diputaciones, que se retrasará hasta finales de mes o comienzos de julio.
Los peneuvistas prevén que su estrategia en solitario puede conllevar la pérdida de representación institucional en algún ayuntamiento, pero tienen claro que el futuro requiere de una apuesta exclusiva por su propio proyecto. Lejos de cualquier vinculación con Bildu. Urkullu fue categórico en este sentido, al descartar de plano la posibilidad de cogobernar con la coalición. «A día de hoy, de Bildu conocemos muy poco, ya que solo ha presentado las líneas genéricas de su programa y su currículo en las instituciones está en blanco», justificó.
El mandatario peneuvista rechazó que un gobierno en minoría conlleve una mayor inestabilidad institucional y consideró que si la coalición gestiona en solitario, sin opción de escudarse en otros partidos, tendrá que alejarse del «victimismo» al que ha recurrido años atrás y «se irá reflejando en el espejo y ante la sociedad con su manera de hacer». En este sentido, y como receta para invertir la desconfianza que todavía genera, Urkullu emplazó a Bildu a aprovechar la constitución de los Ayuntamientos el sábado para exigir públicamente el «cese definitivo de ETA» y poder mejorar así su «tarjeta de visita».
Urkullu recalcó su confianza en el «nuevo tiempo», si bien mostró también su preocupación por las «muchas carencias» que todavía padece la convivencia en Euskadi. Se refirió así a la «presión» que la izquierda abertzale está ejerciendo contra electos de otras formaciones en determinados municipios ante la cada vez más cercana constitución de ayuntamientos. Una estrategia que, según esgrimió, recuerda a otros tiempos y ante la que instó a una reacción por parte de Bildu. «Para poder superar estas trabas es necesario su empeño», aseveró, antes de recordar que así le corresponde, porque ha gozado de una «participación política plena» y a partir de ahora ostentará «responsabilidad institucional».
Política nacional
La política vasca no fue la única que trató el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, durante su comparecencia de ayer en Sabin Etxea. El líder nacionalista abordó también la nacional y su relación con el jefe del Ejecutivo central, José Luis Rodríguez Zapatero. Aclaró que no ha tratado de influir desde Madrid en los pactos poselectorales, si bien confirmó que sí ha trasladado al PSOE la apertura de un «nuevo tiempo» en Euskadi.
Urkullu avanzó también su confianza en que este mes se acuerde el traspaso de ocho nuevas materias, tras las cinco que se cerraron en mayo, dentro de los compromisos adquiridos por el Gobierno central en el marco de su pacto presupuestario con el PNV. En este sentido, avanzó que para los próximos días hay nuevos encuentros previstos con el PSOE. «Estamos en un mes clave para interpretar en qué grado se está cumpliendo con lo prometido», indicó. Entre las transferencias a tratar figuran la gestión de los ferrocarriles de cercanías y la autopista A-68, única de peaje en la comunidad autónoma.
Tras haber advertido en ocasiones anteriores que su partido no contempla nuevas negociaciones con Zapatero hasta el cumplimiento de lo ya pactado, el líder peneuvista recordó ayer que aún restan muchos hitos antes de que acabe la legislatura y no se atrevió a vaticinar si el presidente del Gobierno podrá llevarla a buen término.
EL PAÍS, 8/6/2011