EL MUNDO 25/02/14
El lehendakari Iñigo Urkullu hizo llegar su intervención de apoyo a los verificadores internacionales –leída tras la presentación del vídeo de ETA– a Mariano Rajoy y a la presidenta del Partido Popular vasco, Arantza Quiroga. Lo hizo por SMS, antes de comparecer ante los medios.
Las fuentes consultadas señalan que, con estos mensajes, Urkullu quiso tener un gesto de cortesía, evitar cualquier tipo de ruptura y seguir conservando la imagen de político leal que el Gobierno central tiene del lehendakari quien, desde que tomó posesión, mantiene un difícil juego de equilibrios en este sentido. El presidente vascoha hecho asícompatible, por ejemplo, mantener buenas relaciones con el Ejecutivo al tiempo que lo presiona de distintos modos para que cambie su política penitenciaria.
En este caso, Urkullu ha avalado públicamente a los verificadores internacionales y ha solicitado la continudad de su gestión, a pesar de que el Gobierno central rechaza de forma tajante su intervención. Del mismo modo que el secretario general para la Paz y Convivencia del Gobierno vasco insistió ayer en señalar a los poderes del Estado como responsables de la situación «de convulsión permanente a la que se somete a la sociedad vasca».
Jonan Fernández, persuadido de que sólo hay un modo de certificar el fin de ETA con el que todos han de coincidir, solicitó poner en marcha «una sala de máquinas para este proceso de forma conjunta: el Gobierno español, el vasco y el principal partido de la oposición». Emplazó a constituir en el País Vasco «una entente de las cuatro grandes familias políticas para gestionar los mínimos democráticos éticos», que, por otra parte, la izquierda abertzale se resiste a firmar a pesar de que fueron cerrados por el PNV, el PP y el PSE en la anterior legislatura.
El viernes fue un día complicado para el lehendakari. Urkullu había previsto comparecer ante la prensa el domingo después de que se asentase la noticia relativa al desarme de ETA traída por la Comisión Internacional de Verificación. Sin embargo, el sellado resultó ser un bluf, la imagen de los verificadores resultó gravemente dañada de inmediato y el presidente vasco tuvo que precipitar su comparecencia. Lo hizo a petición de Jonathan Powell, el que fuera jefe del Gabinete de Tony Blair, que forma parte del Grupo Internacional de Contacto liderado por el controvertido abogado Brian Currin.
Fue en ese momento de precipitación cuando Urkullu envió los SMS al presidente del Gobierno y a Arantza Quiroga. Después se le vio serio mientras hablaba con el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, y con el propio Jonan Fernández. Fuentes cercanas al Gobierno vasco aseguraban: «Lo importante es esto, que estamos consolidando el papel de los verificadores para un proceso largo». Pero el espectáculo había sido ridículo. Los verificadores, por ahora, han dejado sus gestiones para después de las europeas.