EL CORREO – 21/06/14
«En cuanto al modelo de Estado hoy estamos como anteayer y eso me preocupa», advierte el lehendakari.
El lehendakari Iñigo Urkullu encontró el discurso de proclamación de Felipe VI decepcionante y carente de novedades y compromisos específicos con la plurinacionalidad del Estado pero no arroja la toalla. Convencido de que sería «injusto» juzgar las intenciones del nuevo Monarca solo por su primera alocución como jefe del Estado, Urkullu, que con sus gestos, su desganado aplauso y su decisión de abandonar el Congreso justo después del protocolario saludo a los nuevos Reyes escenificó sus recelos hacia la nueva etapa que se ha abierto tras la abdicación de Juan Carlos I, esperará acontecimientos para asentar una impresión definitiva.
El lehendakari cree que el nuevo Monarca puede optar por dos posibles vías ante el inicio de su reinado: la más sencilla, que consistiría en, «apoyado en sus fieles», hacer una transformación meramente cosmética para tratar de mejorar la maltrecha imagen pública de la Corona, o bien, «arriesgar», y sin exceder el papel de arbitraje y moderación que le asigna la Constitución, bajar a la arena, arremangarse y reconocer, como mínimo, que el Estado tiene «un problema» con Euskadi y Cataluña. «A partir de ahí, intentar mediar, hacer lo que pueda», apuntan en Lehendakaritza.
Utilizando un símil automovilístico para expresarlo, en Ajuria Enea confían en que Felipe VI no se conforme con dar una arreglo de «chapa y pintura» a la Monarquía, sino que levante el capó y revise a fondo el motor y el carburador. En definitiva, que asuma, como dijo ayer el lehendakari en el acto institucional del 25 aniversario del Ararteko, que los nuevos tiempos demandan «algo más que un cambio» de Rey y exigen una «inevitable transformación» del actual modelo territorial y del encaje de las nacionalidades históricas en el Estado.
Los nacionalistas vascos, y también los catalanes, esperan, en el fondo, que Felipe VI les eche un capote y mantenga una actitud proactiva que favorezca el debate sobre la necesidad de emprender una reforma a fondo del diseño institucional que se forjó durante la Transición. Confían en que, en lugar de apoyar la resistencia al cambio, les facilite una percha de la que colgar sus reivindicaciones soberanistas sin forzar una ruptura traumática, sobre todo en el caso de un Artur Mas cada vez más necesitado de una salida ante la cercanía de la consulta del 9 de noviembre.
«Vamos a darnos tiempo, no nos guiemos por ideas preconcebidas», insisten en el entorno del lehendakari, que no ha tratado con el hasta el jueves Príncipe de Asturias más allá de los saludos de cortesía en los actos en los que han coincidido. Con su padre, don Juan Carlos, en cambio, Urkullu ha mantenido en los últimos años un trato correcto y fluido que ha excedido el ámbito meramente institucional. El lehendakari y el anterior Monarca, que contaba también con interlocutores en el PNV como el fallecido alcalde Azkuna, han mantenido conversaciones privadas con un cierto grado de confianza. No es el caso de Felipe VI: tanto el lehendakari como su partido deberán empezar casi de cero para trabar relación, probablemente ya después del verano. De momento, el jueves el lehendakari ya aprovechó su breve saludo en el Congreso para emplazarle a un próximo encuentro.
A partir de ahí, ayer era el día para que el Gobierno vasco escenificara su impresión de que el discurso fue pobre, previsible y poco arriesgado al no abordar debates que, según creen, laten en la calle como el que afecta a la forma del Estado o a su organización institucional. Incluso, piensan que el Rey Felipe –que, según se ha publicado, lee cuentos en euskera a sus hijas– podría haber dicho algo más que ‘gracias’ en las lenguas cooficiales, cuyo reconocimiento explícito en el mensaje del Monarca les pareció a los jeltzales menos que un guiño. «Ha empezado un nuevo tiempo, pero aún no tenemos noticias de cambio. En lo que hace referencia al modelo de Estado, hoy seguimos como anteayer y eso me preocupa», advirtió el lehendakari, que, no obstante, confió en que «podamos entre todos construir los puentes necesarios para el entendimiento y el acuerdo». «Es necesaria una voluntad de cambio para avanzar y convivir, para mejorar y crecer institucionalmente. Ojalá sepamos estar a la altura del proceso que vivimos y del que tenemos que ser protagonistas», enfatizó.
No cejar en el empeño
El lehendakari avanzó, además, que no piensa «cejar en el empeño» y seguirá realizando «propuestas» para obtener «respuestas». En ese sentido, Urkullu envió un claro mensaje a Felipe VI, que ante las Cortes Generales mostró voluntad de cercanía y escucha, y subrayó que «la comprensión y la asunción de los problemas» son la mejor vía para «encaminar el diálogo hacia el entendimiento y el acuerdo».
Más directo se mostró el portavoz del Ejecutivo vasco, Josu Erkoreka, que lamentó que el Monarca no hiciera un discurso «más valiente», que trascendiera la «evidencia» del plurilingüismo e hincara el diente a la pluralidad «desde el punto de vista nacional». En vez de ese reconocimiento, lamentó el portavoz, el Rey reiteró «los tópicos más rancios y más férreos» al referirse en varias ocasiones a «la gran nación española». En ese sentido, y aun reconociendo que la Constitución «limita» su papel y sus atribuciones, Erkoreka reclamó a Felipe VI «cierta capacidad de iniciativa» para «impulsar unos u otros mensajes, incrementar unas u otras relaciones».
EL CORREO – 21/06/14