EL CORREO – 11/09/14
· Moncloa ultima ya los detalles del encuentro que, si sirve para impulsar el Concierto o el TAV, permitiría a Ajuria Enea afrontar mejor la presión de Bildu.
El Gobierno vasco es consciente de que se encamina a marchas forzadas hacia uno de los momentos críticos de la legislatura, una encrucijada en la que convergen, al mismo tiempo, los procesos soberanistas en Escocia y Cataluña y sus todavía inciertas consecuencias en Euskadi y la renovación de la ejecutiva del PSE, que podría poner en riesgo la estabilidad del Gabinete de Iñigo Urkullu y los Presupuestos para 2015 si el nuevo equipo de Idoia Mendia decidiera tomar distancia con el PNV para no perjudicar sus intereses electorales.
A punto de penetrar en el epicentro de esa tormenta perfecta, el lehendakari busca asideros que le ayuden a sobrellevarla y salir indemne, o al menos con el menor desgaste posible. Y en esa travesía, al jefe del Ejecutivo vasco le resulta crucial encontrar en el Palacio de La Moncloa la receptividad necesaria para poder mantener su apuesta por el acuerdo con el Estado como la mejor manera de profundizar en el autogobierno, frente a la unilateralidad y el rupturismo de la ‘vía catalana’.
En ese sentido, el encuentro que mantendrán en próximas fechas el lehendakari y Mariano Rajoy resultará clave para calibrar hasta qué punto Urkullu cuenta con una red de seguridad para afrontar la incesante y creciente presión de la izquierda abertzale sobre el Ejecutivo vasco y el PNV, que, a buen seguro, se multiplicará en caso de una victoria independentista en el referéndum escocés de la próxima semana y, aún más, cuando el Tribunal Constitucional anule la consulta del 9 de noviembre en Cataluña.
A punto de consumarse el desafío catalán al Estado, por contraposición, nada en la cita Rajoy-Urkullu resulta baladí: ni su escenificación ni su contenido ni tampoco su fecha. De hecho, si el presidente del Gobierno decidiera recibir al lehendakari antes del próximo jueves, día del plebiscito escocés, lograría, en cierta medida, anticiparse a un eventual ‘efecto dominó’ en la política vasca. Si, en cambio, prefiriera posponerla y «meter en el congelador» sus relaciones con Euskadi para evitar perder apoyos «del Ebro para abajo» –tal como insinuó el líder del EBB, Andoni Ortuzar, el pasado fin de semana– es posible que el mensaje de la izquierda abertzale, que insiste en que cualquier tentativa pactista con Madrid está abocada al fracaso, ganase enteros.
Por el momento, distintas fuentes sostienen que Moncloa ultima ya las posibles fechas en las que Rajoy podría cuadrar agendas con Urkullu y que la reunión, que el lehendakari ha solicitado por escrito en dos ocasiones, podría celebrarse de forma inminente. La última comunicación oficial, una misiva de Rajoy en la que corroboraba su interés en citarse con el presidente vasco, tuvo lugar el pasado 20 de agosto. La fotografía de ambos líderes en la escalinata de Moncloa tendría un indudable impacto, con los ecos aún resonantes de la Diada catalana y en vísperas de que, el día 19, el Parlament dé luz vede a la normativa con la que la Generalitat pretende avalar la consulta, una ley que a todas luces el Constitucional dejará sin efecto. Rajoy podría enviar así el mensaje a Artur Mas y ERC de que ‘por las buenas’ es mejor que ‘a las bravas’.
«Ceder» para ganar
Pero es difícil que eso suceda si Urkullu, como esperan en su entorno, no arranca «compromisos concretos» que permitan visualizar que el diálogo institucional «da sus frutos» y hacer frente así tanto a los reproches de PSE y PP, como a las críticas que su apuesta por el «método» escocés le ha granjeado en EH Bildu.
La izquierda abertzale insiste en arrogarse el liderazgo del proceso soberanista porque, argumenta, al apelar al acuerdo Urkullu solo busca ganar tiempo y esconder su falta de «voluntad real» de dar pasos hacia el ejercicio del derecho a decidir.
En ese sentido, Ajuria Enea espera que el presidente del Gobierno esté dispuesto a «ceder» en algo que permita a Urkullu exhibir resultados tangibles, con efectos «reales» en la economía en un período fundamental para dejar atrás la crisis.
Por ejemplo, creen las fuentes consultadas, un paso aceptable sería dar un impulso definitivo a las negociaciones entre Ricardo Gatzagaetxebarria y Cristóbal Montoro para cerrar la liquidación pendiente del Cupo y renovar la caducada Ley del Concierto, y garantizar la inversión necesaria para cumplir los plazos de ejecución de las obras del Tren de Alta Velocidad o la revitalización del aeropuerto de Foronda.
También piensan que la cita podría, como mínimo, «abrir la puerta» al diálogo sobre las transferencias estatutarias pendientes, algunas de gran calado como la gestión de las prisiones o la seguridad social. No en vano, en su comparecencia a finales de agosto tras el primer consejo de Gobierno del curso político, Urkullu dejó claro que a sus encuentros con Rajoy no va a hablar «ni de Escocia ni de Cataluña, sino de Euskadi» y dio prioridad, al margen del debate «mediático» sobre el modelo de Estado, al cumplimiento íntegro del Estatuto y a la resolución de los conflictos judiciales abiertos entre ambas Administraciones.
EL CORREO – 11/09/14