ABC 06/02/14
· El lendakari se reunió en secreto con Rajoy para tratar de flexibilizar la política penitenciaria.
· Autodeterminación «Con la ilusión de un nuevo tiempo, es posible alumbrar un nuevo estatus político para Euskadi»
· Víctimas y verdugos «Sé muy bien quién es acreedor y quién deudor, pero hablamos de paz y normalización »
· El Rey «Creo que desde hace muchos años ni ha arbitrado ni ha moderado»
El lendakari, Íñigo Urkullu, se reunió la noche del martes con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Lograba así una ansiada reunión que ha buscado desde hace varias semanas y lo hizo el día anterior a ofrecer, ayer, un desayuno informativo en Madrid.
El objetivo de Urkullu era presionar a Rajoy para lograr que el Gobierno, en la línea exigida por la izquierda abertzale, flexibilice su política penitenciaria. Para el lendakari, la negativa de Rajoy puede provocar un serio revés en el «proceso» del fin de la violencia. El dirigente vasco trasladó en la reunión al presidente del Ejecutivo la «hoja de ruta» que ya ha ofrecido a Sortu, que incluía «compromisos» pactados hacia el desarme que debieran corresponderse con movimientos en las cárceles, según se refleja en documentos incautados a la abogada de presos de ETA Arantza Zulueta y que establecen obligaciones para todas las partes.
Precisamente, y en un intento de redoblar su presión sobre el Gobierno y de marcarle el paso, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha abierto otra línea «continuada» de comunicación con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, con la que se vio en Madrid hace una semana. Sin embargo, el mensaje de Rajoy es invariable: quien debe dar pasos es la banda, hacia su disolución.
Horas después de la reunión, ayer por la mañana, el lendakari lanzaba en su conferencia en Madrid varios mensaje de fuerza. «La situación sí ha cambiado, mucho y a mejor», fue uno de ellos. La mayoría tenían el doble objetivo de arremeter contra el Gobierno y «quienes actúan como si todo siguiera igual» y de reivindicar «la ilusión de un nuevo tiempo» en el País Vasco. Un «escenario que ha cambiado radicalmente» en el que –haciendo seguidismo del soberanismo catalán–, dijo estar convencido de que «es posible alumbrar un nuevo estatus político para Euskadi» por la vía del acuerdo.
Urkullu defendió «el futuro del autogobierno vasco» en un desayuno informativo al que no acudió ningún representante del Ejecutivo de Rajoy, y en el que el mandatario vasco evitó desvelar la reunión de la noche anterior. El viernes también se entrevistó en Bilbao con su antecesor, Patxi López y con Alfredo Pérez Rubalcaba.
Ayer, frente a numerosos empresarios vascos y políticos de su partido, reclamó la que ha convertido en parte fundamental de su «hoja de ruta»: «La cuestión nacional vasca existe y no se puede negar –leyó–. Llevamos demasiados años de desencuentro político». Es también lo que defendió ante Rajoy en su cita reservada en Moncloa.
En su conferencia, Urkullu recurrió a expresiones tales como «hemos iniciado un nuevo camino» o hay que «proyectar Euskadi como territorio de excelencia» tan del estilo del presidente de la Generalitat, Artur Mas. Aunque se distanció del aventurismo del tándem CiU-ERC y de su desgaste al rehuir la palabra «independencia» y subrayar que quiere que la reforma del Estatuto de Guernica que pretende activar mediante una comisión se haga mediante un acuerdo «ampliamente compartido» en el Parlamento vasco.
Acreedores y deudores
El dibujo de un «Euskadi 2020» idílico estuvo acompañado de la crítica a instituciones del Estado. Del Rey dijo que «tiene un papel reconocido por la Constitución que es de arbitrar y moderar y creo que desde hace muchos años ni ha arbitrado ni ha moderado. Lo hemos visto en el País Vasco, y lo vemos en otras comunidades». Al Gobierno le acusó de tener «objetivos ocultos» con la publicación de las balanzas fiscales, le recordó que el concierto vasco «es un derecho histórico» y le culpó de un «inmovilismo que no aporta nada» ante el «final definitivo del terrorismo». Posteriormente, el lendakari haría esa acusación extensiva a «todo lo que representa el mundo de la izquierda abertzale».
Urkullu trató de espantar la idea de su complicidad con los herederos de Batasuna advirtiendo que sabe «muy bien quién es acreedor y quien es deudor». No obstante, mencionó dos veces que su intención es «normalizar» las relaciones políticas en el País Vasco una vez «desaparecida la práctica del terrorista».
ABC 06/02/14