EL CORREO 13/03/14
· El lehendakari, al que Bildu acusa de hacer el juego al PP, insinúa que las peticiones de traslado son una estrategia «electoral»
El Gobierno vasco no está dispuesto a aflojar la presión sobre ETA y sus presos ni a permitir que se limiten a seguir un guión prefijado, pero a su manera, con los tiempos, los ritmos y los contenidos que ellos dicten para evitar ahondar en sus propias contradicciones. El lehendakari Urkullu, que mantiene una notable sintonía con el PSE en materia de pacificación y un acuerdo de mínimos cogido con alfileres con el Gobierno central, exigió ayer a los reclusos de la banda que, más allá de «escenificaciones electorales», demuestren de manera fehaciente su «arrepentimiento» y el reconocimiento del «daño injusto causado» por la actividad terrorista.
El lehendakari Urkullu, según su entorno, cree que sería contraproducente que la ahora denominada ‘vía Zaballa’ sea un mero trámite para solicitar el acercamiento sin los pasos exigidos a los etarras disidentes que en su momento recorrieron la conocida como ‘vía Nanclares’ de reinserción individualizada. «No conocemos aún el contenido exacto de la carta», apuntaron estas fuentes en referencia a la petición de traslado a Euskadi de dieciséis reclusos enfermos y mayores de 70 años, «pero esto no puede ser un juego perverso». «Tiene que ser serio, no vale cualquier cosa, ni una carta hecha a multicopista», abundan, convencidos de que el entorno de ETA está siguiendo la hoja de ruta que el lehendakari y su secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, entregaron en secreto a Sortu en octubre pasado, pero solo sobre el papel.
La desconfianza de Ajuria Enea, donde la decepción con el ridículo gesto de desarme de ETA del pasado 21 de febrero ha sido palmaria, queda patente también en otra de las exigencias recurrentes de Urkullu, que reiteró tras la exigua entrega de armas a los verificadores: que ETA y la izquierda abertzale hagan autocrítica y asuman la injusticia del dolor provocado a las víctimas. Un paso que la Lehendakaritza no cree cubierto con la declaración genérica del colectivo oficial de presos etarras (EPPK) de diciembre pasado, aun creyéndolo muy importante.
Ese nivel de exigencia alentó ayer el enfado de EH Bildu, que reprochó al lehendakari que «alimente la estrategia» del PP al poner «condiciones de carácter político» a los presos, que, en opinión de la izquierda abertzale, ya han hecho el camino necesario.
Pero Urkullu no se fía. Es más, entrevistado ayer en Euskadi Irratia, el lehendakari insinuó que las peticiones de traslado por fases –a los presos ancianos y enfermos les seguirán el resto por orden de antigüedad–, que «ya estaban anunciadas», obedecen en realidad a una estrategia electoral para favorecer a la izquierda abertzale de cara a las próximas elecciones europeas.
«Parece que podemos estar ante una escenificación. Y no me gustaría que esta escenificación se haya planteado con fines electorales», advirtió Urkullu, que subrayó que el entorno de ETA siempre ha sucumbido a «tentaciones de este tipo» y recordó que el calendario anunciado por el EPPK tiene su ecuador justamente el 25 de mayo, el día de la cita con las urnas.
ETA, «la única deudora»
«Siempre he planteado que deberíamos sacar este tema del contexto electoral», insistió el lehendakari, que en su momento trasladó a sus interlocutores en la Comisión Internacional de Verificación (CIV) y a Jonathan Powell la convenciencia de que el gesto de desarme no coincidiera con la campaña al Parlamento europeo para no restarle credibilidad. Finalmente, su propio entorno reconoció que la precipitación restó seguramente calado al desarme.
En cualquier caso, después de su polémico viaje a Madrid para arropar a Ram Manikkalingam y sus compañeros en su declaración ante la Audiencia Nacional, el lehendakari intenta equilibrar la balanza al redoblar la exigencia a la banda terrorista. Ayer volvió a vincular la entrega de armas con el esclarecimiento de atentados sin resolver y, aunque demandó a Mariano Rajoy que administre su estrategia en materia de paz con sentido «de Estado», insistió en que ETA «es la única culpable y la única deudora con la sociedad vasca».
Fue Joseba Egibar quien puso el acento en la necesidad de «despojar» a la política penitenciaria de su actual carácter «excepcional», que, según dijo, hace que catorce años después mantenga el carácter de «herramienta de lucha antiterrorista» que el PSOE y el PP pactaron en 2000. El líder del GBB, que consideró, a diferencia de Urkullu, que el EPPK ya ha reconocido el daño causado, no planteó exigencias a los presos de la banda y confió en que su reinserción se desarrolle «conforme a las garantías que cualquier otro penado pudiera tener».