Kepa Aulestia-El Correo

  •  Nadie expone las condiciones que exigiría a Bildu para formar gobierno, no sea que la izquierda abertzale nunca las cumpla y se pille los dedos

La convocatoria de elecciones autonómicas para el 21 de abril anuncia una nueva etapa política en Euskadi, que la izquierda abertzale insiste en calificar de «nuevo ciclo». A la retirada no deseada del lehendakari, Iñigo Urkullu, se le suman los pronósticos de una mayor igualdad en votos y escaños entre el PNV y EH Bildu. Lo que tampoco permite bosquejar el rumbo de la legislatura. Aunque la reválida anunciada de la coalición de gobierno entre jeltzales y socialistas sugiera, de entrada, continuidad.

El relevo de Urkullu por Imanol Pradales fue sorpresivo por el procedimiento seguido, por la figura del nuevo aspirante y por la intensa actividad que desarrollaba el lehendakari en las semanas anteriores a que se conociera su sustitución. Ni el lehendakari ha querido disimular su decepción, ni los acontecimientos han podido soslayar la quiebra de confianza mutua entre él y Andoni Ortuzar. Quiebra que podría explicarse más por la dificultad mostrada en repartirse las responsabilidades de los últimos reveses electorales entre Sabin Etxea y Ajuria Enea que por cuestiones estratégicas o ideológicas. Exceptuando si acaso el desencuentro entre el lehendakari y el presidente del EBB en cuanto a la empatía mostrada por el segundo hacia Carles Puigdemont y Junts, lo que prevalece es el mensaje jeltzale de que el partido no está dispuesto a hacerse cargo de posibles rotos institucionales.

El lehendakari no podrá retirarse del foco durante la campaña electoral

Pradales tiene dos meses para ubicarse en el universo jeltzale, y en la orla de los nuevos candidatos a la presidencia del Gobierno vasco. Dos meses en los que Urkullu no podrá retirarse del todo de escena, dada su posición institucional. De modo que seguirá representando a Euskadi, mientras su sucesor encarnará al partido cuando menos hasta el 21 de abril. Un solapamiento que podría restar más que sumar al final del recuento. Además, el lehendakari Urkullu ha puesto énfasis en su voluntad de culminar la legislatura con la aprobación de leyes y la asunción de competencias pendientes. Lo primero ha dado lugar, paradójicamente, a consensos inéditos en los últimos años. Ampliando el perímetro de la coalición de gobierno hasta integrar a EH Bildu, excepto en la votación final de la Ley de Educación. Consensos que, en cualquier caso, contribuyen más a naturalizar la presencia de la izquierda en las instituciones que a demostrar la disposición del PNV a explorar otros horizontes.

El efecto subsiguiente de tan frenética actividad legislativa y de transferencias al final de la legislatura por parte de Iñigo Urkullu es que reduce y mucho las posibilidades que un Pradales designado lehendakari pueda tener de afrontar el próximo cuatrienio con un mínimo impulso. Tan difícil le resultará imaginar nuevas leyes como colmar el autogobierno de más transferencias reivindicando para sí el aeropuerto de Foronda. Ni la oposición «paciente» y de «mirada de largo alcance» de la izquierda abertzale, ni el freno de mano con el que deberá manejarse Pedro Sánchez tras el rubicón de las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio le facilitarán las cosas.

Esta semana el secretario general de los socialistas vascos y candidato a lehendakari, Eneko Andueza, ha vuelto a subrayar que su grupo parlamentario en ningún caso hará lehendakari al candidato de EH Bildu. Las imágenes de rúbrica de la actual coalición entre Ortuzar y Andueza en presencia del lehendakari Urkullu tratan de evitar el desgaste electoral que supondría para ambos la mera hipótesis de la entrada de la izquierda abertzale en el Gobierno de Euskadi. Lo que sólo beneficiaría a Pello Otxandiano. Pero hay un aspecto crítico en esa exclusión de la izquierda abertzale como posible aliado de gobierno. Que nadie argumenta palabra por palabra por qué no, para evitar pillarse los dedos. Y nadie expone las condiciones que exigiría a EH Bildu para formar gobierno, no sea que nunca las cumpla.