EL CORREO 14/12/12
Eran las 10.23 de la mañana cuando Iñigo Urkullu Renteria (Alonsotegi, 1961) se convertía oficialmente en el quinto lehendakari de la democracia en Euskadi, gracias al único apoyo de los 27 escaños de su partido, el PNV, que escenificó así su regreso al más alto bastión de poder institucional en Euskadi tras el paréntesis de tres años y medio de Gobierno socialista. «Queda designado lehendakari», proclamó, en euskera, la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejeria, con una amplia sonrisa. El aludido, contenido como siempre pero sin poder disimular la emoción, se encaminó a la tribuna, donde volvió a empeñar su palabra, como suele hacer en las ocasiones solemnes, en labrar consensos que le permitan lograr los objetivos con los que arranca su mandato en minoría. «Doy mi palabra: daré lo mejor de mí para conseguir acuerdos, para que toda la ciudadanía perciba que los políticos trabajamos para dar servicio a la sociedad. Ése es mi compromiso y el compromiso de quienes constituirán mi Gobierno», prometió.
El nuevo jefe del Ejecutivo vasco insiste en pedir la colaboración de «todos» al ser designado solo con los 27 votos del PNV
Toda una declaración de intenciones que rubrica y complementa el discurso de investidura de guante blanco y mano tendida a la oposición que desgranó Urkullu el miércoles en la Cámara, una primera intervención en la que evitó demasiadas concreciones sobre sus intenciones futuras para no cerrarse puertas ni herir susceptibilidades. Es más, reclamó abiertamente un pacto presupuestario al PSE, celebró que el PP participe en los consensos y confió en que se siga implicando en los asuntos del país. También evitó una confrontación abierta con EH Bildu pese a competir en el mismo terreno, el nacionalista.
Ayer, dio la sensación de que pretendía repetir la misma impronta, remacharla con su breve discurso de aceptación del cargo y envolver esa invitación expresa al entendimiento en el celofán de lo simbólico y lo gestual. De esa forma puede entenderse la inédita ‘vuelta al ruedo’ parlamentario del ya lehendakari, que tras ser designado recorrió los escaños de los grupos de la oposición para saludar expresamente a sus portavoces –Antonio Basagoiti (PP), Gorka Maneiro (UPyD) y Laura Mintegi (EH Bildu), por este orden; el lehendakari López, en un gesto clásico del predecesor, le había felicitado el primero– en lugar de esperar a que fueran ellos quienes se acercasen a mostrarle sus parabienes.
En un político metódico, reflexivo y acostumbrado a meditar cada paso como es Urkullu, resulta significativo ese primer gesto que parece
querer crear el clima necesario para ir tendiendo puentes con el resto de grupos parlamentarios, una tarea que al nuevo lehendakari se le antoja no ya aconsejable sino absolutamente imprescindible para la gobernabilidad. No en vano, se convirtió ayer en jefe del Ejecutivo de Vitoria, a la espera de jurar su cargo el sábado en Gernika, con el más exiguo respaldo de la democracia. Así quedó reflejado en la votación micrófono en mano que arrancó, quizás como una premonición, el propio Urkullu al salir la bola con su nombre en el sorteo reglamentario. Solo los parlamentarios jeltzales pronunciaron su nombre. Los 21 representantes de EH Bildu votaron a su candidata, Laura Mintegi, y socialistas, populares y UPyD, que suman otros 27 parlamentarios, se abstuvieron.
El resultado, un Parlamento fragmentado en cuatro grandes bloques que, obviamente, necesitará de buenas dosis de consenso para avanzar, como primer gran reto, en la aprobación de los Presupuestos para 2013. Y, más adelante, no solo en la producción legislativa ordinaria, sino también en grandes temas de país que se dirimirán en distintos órganos creados a tal efecto en la Cámara, como la consolidación de la paz en Euskadi y el nuevo estatus de autogobierno, que contarán con sendas ponencias en marcha desde el arranque de la legislatura.
«Muy agradecido»
Plenamente consciente de ello, el lehendakari, que confesó estar «totalmente emocionado» y «muy agradecido» por su investidura, quiso, igual que el miércoles, hacer calar la idea de corresponsabilidad y coliderazgo de los distintos grupos parlamentarios en la tarea de sacar adelante a Euskadi en un momento de «emergencia nacional», al margen de que sean él y su partido quienes lleven las riendas del Gobierno. «En democracia nadie es más que nadie y nadie lo sabemos todo», admitió Urkullu, que reafirmó así el tono alejado de la prepotencia con el que quiere teñir el inicio de su mandato, sabedor de que necesita tejer complicidades y no abrir trincheras. «Ayer (por el miércoles) hubo debate, pero todos compartimos y coincidimos en que harán falta acuerdos en distintos aspectos y ése será mi objetivo», proclamó el ya lehendakari, que apeló a la histórica capacidad de Euskadi para afrontar los «retos» que en el pasado se le han puesto por delante.
Más en concreto, Urkullu citó los tres grandes objetivos que desde la campaña se ha marcado como ejes de su Gobierno: la paz, el autogobierno y la salida de la crisis. En su breve intervención, confió en que «entre todos» se pueda «profundizar» en el autogobierno vasco y «reforzarlo». Para referirse al futuro próximo de una Euskadi plenamente pacificada, el hasta ahora burukide evocó al lehendakari Aguirre y recordó las palabras que pronunció en 1936, cuando confió en poder reanudar una vida «plena» en libertad, democracia y justicia.
La Guerra Civil se lo impidió entonces, pero Urkullu se mostró convencido de que, ahora sí, la décima legislatura será «la de la paz y la conEl goteo de nombres de los nuevos miembros del Gobierno de Urkullu no cesa. A la lista de consejeros adelantada ayer por este periódico y que conforman Ricardo Gatzagaetxebarria, Arantza Tapia y Juan María Aburto, se sumó ayer Estefanía Beltrán de Heredia, a la que se da por segura como consejera de Agricultura. Nacida en la localidad alavesa de Ullibarri-Arana en 1960, es ingeniera técnico agrícola y es en la actualidad parlamentaria vasca, después de haber ostentado el cargo de diputada foral de Agricultura en su territorio de origen. Su nombre llevaba, de hecho, desde hace semanas en todas las quinielas.
Beltrán de Heredia cumpliría, además, con la cuota alavesa del Gobierno, del que aún falta por conocer la otra mitad. Urkullu ha decidido que su Ejecutivo conste de ocho departamentos y sea paritario. En el PNV dudaban ayer sobre la fecha en la que dará a conocer al resto del gabinete. En un principio, portavoces oficiales aseguraron en el Parlamento vasco que la comunicación se efectuaría mañana, después de que Urkullu recibiera la makila en la ceremonia de Gernika donde jurará su cargo. Horas después, varias fuentes apuntaban a que ese trámite quizá se realice hoy mismo para evitar filtraciones. vivencia». El nuevo jefe del Ejecutivo recordó que las «bases» para ello ya están colocadas, gracias a la contribución de muchas personas en el pasado, y reclamó, una vez más, la colaboración de todos para consolidar el reconquistado «espacio de libertad» y asentarlo en la memoria, la Justicia y el respeto a todos los derechos humanos.
Solo le quedaba ya hablar, en clave humanista y progresista, de su empeño por recuperar el prestigio de la política dedicando sus esfuerzos a garantizar la «dignidad» de «todos los ciudadanos que viven en Euskadi» y «la mayor justicia social posible». Buenos propósitos que está por ver si concitan las mayorías necesarias para hacerse realidad.