EL CORREO 22/02/14
· El lehendakari trasladó a sus interlocutores la conveniencia de desvincular el gesto de desarme de la próxima campaña electoral.
En contra de lo previsto, el lehendakari Urkullu compareció ayer con inusitada celeridad para dar a conocer su valoración sobre el anuncio del inicio del desarme de ETA. Apenas una hora después de que concluyera la comparecencia de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), el jefe del Ejecutivo de Vitoria, en tono solemne, dijo «reconocer» el paso dado por la organización terrorista, aunque dejó traslucir su decepción al considerarlo «pequeño» y «no suficiente».
Detrás de la brevísima declaración institucional del lehendakari –menos de cinco minutos, en euskera y castellano y sin posibilidad de preguntas–, se esconde la historia de una semana especialmente intensa en la que el teléfono del presidente vasco ha echado humo. Empeñado personalmente en la tarea de propiciar nuevos pasos de ETA, Iñigo Urkullu estaba al tanto del alcance del gesto de la banda gracias a las muchas conversaciones telefónicas mantenidas en los últimos días con Ram Manikkalingam pero no del contenido exacto del inventario de armas listas para quedar «fuera de uso». De hecho, no pudo esconder su desencanto por una entrega tan exigua –tres armas cortas, un fusil, dos granadas antiguas y poco más– que otros no dudaron en calificar de tomadura de pelo.
El lehendakari, en cambio, fue fiel a su papel institucional y a la fluida y estrecha relación «de confianza» que le une con Manikkalingam, al que saludó con un efusivo abrazo que sorprende más por venir de un Urkullu poco dado a exteriorizar emociones. «El lehendakari se fía de Manikkalingam y Manikkalingam se fía del lehendakari», ratifican en su entorno, donde admiten que fue la insistencia del jefe de los verificadores la que hizo que Urkulllu cambiara sus planes iniciales, que delegaban la valoración en el portavoz de su Gabinete, Josu Erkoreka. El jefe del Ejecutivo vasco no tenía previsto valorar el anuncio de ETA hasta mañana, precisamente para tomar distancia y evitar dar la impresión de que un comunicado que no anuncia siquiera el desarme total de la banda urgía a comparecer a la máxima representación institucional de Euskadi.
Pero el profesor de Sri Lanka le pidió que saliera a la palestra y que lo hiciera además antes que nadie para ratificar la verosimilitud de un gesto que el lehendakari observa con «cautela» pero a la vez convencido de que su valor reside en que subraya la «irreversibilidad» del camino emprendido por la banda en octubre de 2011. «Cubre una primera y necesaria etapa para el desarme completo», dijo en su declaración, antes de añadir: «Esta es una etapa de un recorrido sin vuelta atrás que debe tener un horizonte próximo: el desarme total y absoluto de ETA», además del reconocimiento «del daño injusto causado» como «hito importante» en el camino. En el entorno del lehendakari, de hecho, se hace el análisis de que ETA dosifica con cuentagotas la escenificación «de su fracaso» para prevenir posibles escisiones. Se valora además positivamente, como subrayó Urkullu ante los medios, el carácter «unilateral e incondicional» de esta primera fase del desarme.
Fiable y segura
«Si crees en esto, sal», le pidió el portavoz de la comisión, con quien Urkullu hizo un aparte tras reunirse durante una hora a mediodía con los cinco expertos en resolución de conflictos presentes ayer en Bilbao. Y Urkullu, que confía plenamente en la «seriedad» de la labor de la CIV –públicamente, puso la mano en el fuego por su intermediación «fiable y segura» y prometió a sus miembros respaldo «en la gestión de los próximos pasos»– accedió. Aunque sus asesores le habían aconsejado lo contrario, su compromiso personal con la CIV pesó más.
No en vano, el lehendakari ha desempeñado un papel protagonista en la gestión del proceso de final de ETA con estos y otros mediadores, aunque las fuentes consultadas aseguran que, aunque ayer mismo defendió en el Parlamento la posibilidad de establecer un diálogo con la banda, no se ha puesto personalmente en contacto con sus miembros. Urkullu transmite sus mensajes a través de sus interlocutores –fundamentalmente, Manikkalingam, el exjefe de Gabinete de Tony Blair Jonathan Powell y Rufi Etxebarria–, a quienes en su momento hizo llegar un ‘recado’ diáfano para ETA.
Urkullu, consciente de que la banda quería retrasar cualquier gesto de desarme a abril o mayo y ganar así eco propagandístico en plena campaña de las elecciones europeas, subrayó la inconveniencia de ligar el desarme al período electoral. Y ha valorado que la banda haya adelantado sus planes, aunque también es cierto que en Ajuria Enea llevaban esperando un gesto desde octubre pasado, con las consiguientes dosis de decepción y escepticismo. Ahora, reconfortados también por la ligera inflexión que observan en el Gobierno central, en Lehendakaritza confían en nuevos y definitivos movimientos. Solo falta saber cuánto más habrá que esperar.
EL CORREO 22/02/14