EL PAIS – 01/11/15
· El lehendakari recuerda a la izquierda ‘abertzale’ que «la violencia de ETA requiere una valoración expresa del daño causado».
El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha opinado hoy que la izquierda abertzale arrastra un «déficit importante» en la reflexión crítica sobre el pasado y tiene «una responsabilidad específica» en la situación que vive el País Vasco porque «la violencia de ETA requiere una valoración expresa del daño causado» por la banda terrorista, un paso que aún no ha dado la formación soberanista cuando ya se han cumplido cuatro años desde que la organización criminal decretó el cese definitivo de la lucha armada.
Urkullu ha asegurado que la mayoría de la sociedad vasca está «de acuerdo» en reconocer «la injusticia de la violencia del Batallón Vasco Español, el GAL o los abusos similares». En cambio, ha echado en falta que «no todos están de acuerdo en reconocer la injusticia de los asesinatos cometidos por ETA», en referencia implícita al silencio de la izquierda abertzale sobre la trayectoria criminal de la banda.
El máximo mandatario vasco ha cerrado en San Sebastián las jornadas Los valores de la autocrítica, organizadas por la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco y el Instituto Globernance, que ha reunido en varios encuentros a víctimas de la violencia de diferente signo, representantes de todos los partidos políticos, así como a ponentes que han abordado el ejercicio de la autocrítica desde la filosofía, la literatura o el humanismo cristiano.
En una intervención pública en junio pasado, Urkullu ya pidió «perdón» a las víctimas del terrorismo por la «desatención emocional» que han recibido de las instituciones, a las que les faltó «inteligencia emocional» para atender el sufrimiento que los damnificados por el terror estaban padeciendo. En esta ocasión, Urkullu ha querido poner el foco en la necesidad de que la izquierda abertzale dé un paso al frente en la misma dirección con una condena expresa de los atentados cometidos por ETA.
Urkullu ha recordado que las instituciones vascas han practicado la autocrítica, pero «algunos agentes están por hacerlo». Ha destacado, asimismo, que la reflexión crítica del pasado debe hacerse «con una actitud de leal sinceridad y sobre unas bases firmes», sin que existan interferencias por «apuestas ideológicas o aspiraciones políticas».
Durante su intervención, ha defendido que, del mismo modo que ha realizado Irlanda del Norte, en el País Vasco «necesitamos compartir un compromiso de clarificación del pasado que genere confianza». En esa dirección, Urkullu ha abogado por «compartir cuatro principios para avanzar juntos». En primer lugar, el rechazo de «cualquier forma de legitimación de la violencia de ETA»; segundo, «no aceptar la minimización de violaciones de derechos humanos de otros signos»; tercero, «descartar cualquier justificación compensatoria entre violencias; y por último, «evitar la discriminación entre víctimas».
«El pasado nos duele y nos divide. Este es el principal escollo. Es fuente de desconfianza política. Necesitamos decirnos cosas que generen confianza política y compartir un compromiso básico», ha afirmado el lehendakari.
Las víctimas piden «valentía» a los partidos
Sin odio y con espíritu “constructivo”, víctimas de ETA y los GAL pidieron a la sociedad vasca que haga una “revisión” de su actitud ante la violencia y, al mismo tiempo, reclamaron “valentía” a los partidos para lograr “una convivencia respetuosa entre todos”.
Carmen Hernández, viuda del edil del PP en Durango José María Pedrosa, asesinado por ETA en 2000, afirmó que el terrorismo duró tanto tiempo porque “gran parte de la sociedad justificó la violencia y otra parte miró para otro lado”.
Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, secuestrado y asesinado por los GAL en 1983, incidió en la “tortura psicológica” que causó en su familia el “olvido institucional” y el “agravio” con las víctimas de ETA. “Los partidos vascos sabían más de lo que callaban. Eran conniventes con una clase política corrupta y asesina que planificó y aplaudió el comienzo del GAL”.
Andoitz Korta, hijo del empresario Joxe Mari Korta asesinado por ETA en 2000, hizo autocrítica al admitir que él no fue “un activista de la paz” antes de que mataran a su padre.
EL PAIS – 01/11/15