EL CORREO 02/03/14
IGNACIO MARCO-GARDOQUI
· Citas como la de esta semana en el Congreso evidencian que nuestros líderes no tienen el menor interés en nuestro estado y sólo les importa ‘lo suyo’
· «Dígame quién quiere que gane el debate y le diré qué encuesta debe leer y en qué medio tiene que hacerlo»
Nadie tiene razón aunque, ahora que lo pienso, podría haber titulado este comentario ‘Todos tienen razón’, ya verán. No sé si tuvieron la paciencia de seguir, aunque fuera de lejos y de manera indirecta, el debate sobre el Estado de la Nación desarrollado a principios de semana. Si lo hicieron, es muy probable que sacaran la impresión de que nuestros líderes no tienen el menor interés por nuestro estado y sólo les importa ‘lo suyo’. ¿Qué es lo suyo? Pues depende de a quién nos refiramos.
Para el PP ‘lo suyo’ es resaltar al máximo su perfil de salvador de la patria, tras reconstruirla sobre los escombros dejados por José Luis Rodríguez Zapatero y su incombustible Alfredo Pérez Rubalcaba, que le acompañaba con la picota. Por eso resalta hechos innegables y, a la vez, esconde realidades incontestables. Entre los primeros están el ordenamiento, que no la racionalización del gasto público; el enderezamiento del abatido sector bancario, a un coste astronómico acorde con el destrozo; la reforma laboral; la innegable mejoría de la balanza por cuenta corriente y el resumen de todo ello que es la bajada drástica de la prima de riesgo de un país que encontró en los brazos del rescate.
Las realidades incontestables que esconde Mariano Rajoy son, precisamente los hechos innegables que resalta Rubalcaba. A saber, que la deuda pública no para de crecer, a pesar de haber cercenado sin piedad (eso dice él) el Estado del Bienestar y que el paro no deja de subir, gracias (eso también lo dice él) a la reforma laboral.
Luego volvemos sobre esto, pero si seguimos repasando ‘lo suyo’ no nos podemos olvidar del raca-raca catalán de CiU con el derecho a decidir; de la caradura de Amaiur, que quiere cobrar por dejar de matar, ni de las dificultades de UPyD para encontrar un altavoz a sus propuestas y un lugar para salir en la foto.
Y, entre ellos, ¿de lo nuestro, qué? Pues la verdad, poca cosa. El Gobierno no se decide a racionalizar el gasto público, ni a encarar una profundización de la reforma laboral. Ha dicho que va a hacer, que no es exactamente lo mismo que hacer, una rebaja de la presión fiscal en el impuesto sobre la renta. Pero será tímida y será escasa, pues prefiere dañar la recuperación de futuro antes que dañar el ingreso de presente. Y no hará nada, absolutamente nada, que empeore sus expectativas electorales. Una postura que se incrementará tras las elecciones europeas, que ‘le tienen’ que salir mal.
Volviendo al debate, ¿quién tiene razón, quién lo ganó? Pues dígame quién quiere usted que gane y yo le digo la encuesta que debe leer y en qué medio puede hacerlo. Si quedada algún creyente en los sistemas de medición de la opinión pública, la habrá perdido esta semana. Si llegados hasta aquí, todavía les interesa conocer mi opinión, cosa que dudo mucho y no se lo reprocho nada, les diré lo siguiente. A pesar de la aparente contradicción que suponen los datos de deuda y empleo, creo que Rajoy tiene motivos para sentirse orgulloso de la tarea parcialmente realizada. A mí me parece obvio que era imprescindible someter a una mayor disciplina al gasto público y modificar el marco de las relaciones laborales. Se ha hecho, poco pero se ha hecho, y es igualmente cierto que los resultados no acompañan todavía, aunque todo parece indicar que lo harán en el inmediato futuro.
Además, la prueba del algodón sería preguntarle al mismísimo Rubalcaba en qué condiciones preferiría volver a la Moncloa, en esta que tanto critica de hoy o en la que tenía España cuando hizo las maletas en ese mismo domicilio. Estoy seguro de que se apuntaría a esta última y sin dudarlo un segundo.