Juan Carlos Girauta-ABC
- No pueden ser tan estúpidos. ¿O sí?
Si alguno de los adláteres de Mister Falcon tuviera memoria histórica, le estaría advirtiendo a su señor que no es eso, no es eso. A la República que pudo ser y no fue la traicionaron en la cuna, de consuno, los que llevaban las siglas PSOE, más una parte de la macedonia de partidos republicanos burgueses que completaban su primer gobierno.
Era difícil negarle la condición republicana a los partidos de derechas que la exhibían en el nombre y que se habían sentado a la mesa en el Pacto de San Sebastián. Pero a los accidentalistas de la CEDA, y no digamos a Renovación Española, no los consideraría el régimen aptos para gobernar. Aunque ganaran las elecciones, como fue el caso de la confederación de Gil-Robles en 1933. En efecto -¡memoria histórica!- fue la entrada en el gobierno de la formación que había obtenido más escaños que nadie en noviembre del 33 la excusa del PSOE para desatar de inmediato su revolución en Asturias, y la de Companys para su golpe de Estado. Todo ello el 6 de octubre del 34.
Ahí ya habían catado el poder los socialistas y los republicanos puros, pero antes, cuando las sesiones constituyentes, tuvo el que sería presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, la certeza de que el nuevo régimen nacía muerto. Se tardó muchos años en conocer sus diarios. Católico y todavía razonable, halló don Niceto el pecado original de todos ellos en la aprobación del artículo 26, que, entre otras lindezas, prohibía a las confesiones religiosas ejercer la enseñanza.
Suerte que ni el Papa hispano ni ninguno de los españoles del Vaticano tienen memoria histórica, porque ante la llegada de una vicepresidenta miembro del PCE se le habría venido encima al Pontífice una bandada de mártires y no habría podido mantener tan cordial encuentro con la amable Yolanda Díaz.
Como lo cortés no quita lo temerario, ha sido regresar en el Falcon -que el día menos pensado va a salir corriendo por el abuso- e incurrir la vicepresidenta en el vicio fatal de la República, declarando que la derecha no puede gobernar. Este régimen es solo de una parte de los españoles, así que aunque volvieran a ganar las elecciones, ya se encargarían las masas de desalojarlos por las malas del poder con movilizaciones y huelgas. Ese «No gobernará nunca» dirigido a Vox no hace sino repetir casi textualmente el mensaje de su antecesor en la vicepresidencia, Pablo Iglesias. Junio de 2020, dirigiéndose al PP: «No volverán a gobernar nunca».
Un caso de amnesia histórica, sin duda, pues la alternativa es que el Gobierno de España está dando a sabiendas los pasos fatales que acabarían con la convivencia, con la paz. No pueden ser tan estúpidos. ¿O sí? Prefiero atribuirlo a la ignorancia, lo que no reduce un ápice la irresponsabilidad y el sectarismo de quien, llegado al Gobierno, considera que la situación es para siempre, digan las urnas lo que digan en el futuro.