Tonia Etxarri-El Correo

Ydale. Una vez consumado el festival de Eurovisión, con el resultado tan adverso para la representante de España, Melody, pero, sobre todo, con la constatación de que la voluntad de Pedro Sánchez se vio contrariada por el voto popular telemático que catapultó a Israel al segundo puesto, el presidente del Gobierno quiere seguir con su cruzada contra Israel. El festival de la canción más importante de Europa ya pasó pero Sánchez continúa. Y como en la política de Sánchez no existen casualidades, sino causalidades, si ayer siguió insistiendo en que Israel debe quedar expulsada de Eurovisión fue porque, con el conflicto de Gaza, ha visto presa y no la piensa soltar.

El «genocidio» de Netanyahu se coló en Eurovisión, entre otras razones por la inestimable ayuda de la RTVE que pagamos todos al emitir un comunicado de parte que cayó como una bomba en pleno escenario de Basilea. Y Sánchez quiere seguir presionando para aislar al Gobierno hebreo porque así matará tres pájaros de un tiro. En primer lugar, intentando absorber el discurso de la extrema izquierda y algunos nacionalistas. En segundo, promocionándose, de paso, como líder europeo. Y en tercer término y más inmediato, desviando el foco de la corrupción que le acecha y le acota el margen judicial a medida que afloran las investigaciones de la UCO.

Su cruzada anti israelí ‘si non e vera, é ben trovata’. Le viene bien a su causa de movilizar a la izquierda del PSOE. Por eso ha decidido, sin disimulo, apropiarse de los mensajes de Podemos, Sumar, ERC y lo que le haga falta. Y, de paso, aplacar a sus socios ante el nuevo compromiso de rearme. De Ucrania a Palestina se gobierna mejor en la izquierda de España.

La oportunidad de apropiarse de una representación que nadie le ha dado en Europa le permite impulsar su liderazgo con el mismo desparpajo con que se manejó cuando se permitió presentarse ante Netanyahu, arrogándose el papel de mediador, para darle lecciones sobre cómo negociar la paz.

Ayer Sánchez situó en la misma balanza a Putin y a Netanyahu. Y desató reacciones muy airadas en la comunidad judía. Lógico. Hemos visto barbaridades cometidas por el ejercito ruso en Ucrania pero Sánchez nunca se refiere a Putin llamándolo genocida. Guardamos en nuestra retinas las escenas de pogromo que provocaron los terroristas de Hamás en un concierto de música y en los kibutz. Pero Sánchez no reclama a los terroristas que liberen a los secuestrados.

La guerra de Gaza es equivalente a la que lanzó EE UU contra Afganistán después del atentado del 11-S. Nadie pidió que EE UU fuera excluido de eventos deportivos o musicales internacionales. La cantante israelí, ya que no lo hacen mandatarios como Pedro Sánchez, reclamó la inmediata liberación de los rehenes que están sufriendo atrocidades en manos de Hamás. Si alguien reventó un festival Supernova en la franja convirtiéndolo en un infierno para los 3500 asistentes fue Hamás. Ahí es donde debe situarse la lucha por la democracia en Gaza. En el punto cero del terror. El 7 de octubre de 2023. Todo lo demás, son juegos de intereses.