Ignacio Camacho-ABC

  • Si la realidad es adversa, inventa otra. Se llama propaganda y es lo que hace el Gobierno cuando la vacuna se atasca

i no tienes vacunas, haz que lo parezca. Si la realidad es desfavorable, invéntala. Se llama propaganda y es lo que hace el sanchismo cuando la vacunación se atasca. O sea, desde que asomó la célebre caja con el logotipo gigante del ‘Gobierno de España’. Porque inmediatamente después comenzó el cuentagotas, el conflicto de la UE con los proveedores, el racionamiento de las dosis y el subsiguiente intento de disimular el fracaso desviando la atención hacia la picaresca de los turnos saltados. El debate sobre los políticos y funcionarios ventajistas servía de distracción ante la evidencia del estancamiento, de la escasez que provocaba el trapicheo. Chivos expiatorios con los que aplacar la decepción del pueblo. Pero tampoco funcionó ese truco,

o lo hizo durante muy poco tiempo. Pronto volvió la inquietud por la demora -‘¿cuándo me toca?’- y del desasosiego surgió el descontento por los plazos incumplidos, las promesas frustradas, las explicaciones estériles o el desplome de los pronósticos. Y luego la amenaza de un verano al traste, el optimismo ilusorio, el albur de las llamadas que no llegan, el agotamiento de las excusas frente a un fiasco clamoroso.

Acabadas las breves vacaciones de Semana Santa, y con una campaña electoral a cara de perro, toca otra ración de voluntarismo irredento. Ahora sí que sí, de verdad de la buena, palabrita, en serio, en abril va a empezar la inmunización masiva a velocidad de crucero. La vaharada propagandística atufa los medios: cumpliremos, no hagáis caso de los vaticinios cenizos de algunos expertos, en septiembre, que al fin y al cabo seguirá siendo verano, tendremos vacunado al setenta por ciento. Y en efecto alguna vez aparecerán las dichosas inyecciones, claro, si no es en abril será en mayo, y entonces se les podrá echar a las autonomías -sobre todo a la de Madrid- la culpa de cualquier retraso. Es lo bueno del Estado descentralizado, que siempre hay otra Administración por debajo para sacudirse responsabilidades y mutualizar fallos. En eso consiste la cogobernanza, en la federalización de los errores mediante el principio subsidiario. Gran hallazgo: cabezas de turco siempre a mano para descargar la ira de los ciudadanos. Las autoridades europeas por arriba, las regionales por abajo. Y en La Moncloa, la palangana de Pilatos.

Así que mientras fluye el aprovisionamiento, cortinas de humo. Las terrazas abarrotadas, la permisividad madrileña, la discusión sobre los perímetros regionales, la nueva invasión francesa, que esta vez ha cambiado el son de guerra por el de la juerga. No preguntéis cuándo os llega la vez; ya se sabe que el que espera, desespera. Es tiempo de practicar la santa virtud de la paciencia. Y además, como tengáis prisa os cascan -por algún lado hay que darle salida- un vial enterito de AztraZeneca. A estas alturas nos pondremos lo que sea. Más ‘cornás’ da la pandemia.