Miquel Escudero-El Imparcial

Tiene una vocación política poderosísima y desinteresada, es una de las personas más trabajadoras, tenaces y fuertes que conozco. Es un rara avis en el mundo de la política, donde nunca ha estado para enriquecerse, ni para satisfacer su ego; por el contrario, ha eludido siempre el protagonismo y ha preferido trabajar en equipo, de forma discreta, razonable y práctica.

En los últimos cinco años, ha desarrollado una labor titánica como europarlamentario: ha presidido la Delegación para las Relaciones Mercosur, ha sido vicepresidente de la Delegación en la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, y miembro de la Conferencia de Presidentes de Delegación (en dos Comisiones: la de Comercio Internacional y la de Empleo y Asuntos Sociales). Asimismo, ha sido miembro de dos delegaciones: en la Comisión Parlamentaria mixta UE–México y en la Asamblea Parlamentaria de Asociación UE-Reino Unido. Fue jefe de la Misión Observadora de la Unión Europea de las elecciones guatemaltecas, un largo trabajo donde veló porque pertenecieran de verdad al pueblo de Guatemala y que fue valorado y agradecido por todos, en especial por el nuevo presidente elegido, el socialdemócrata Bernardo Arévalo.

La presencia de Jordi Cañas en la lid política responde a sólidas convicciones que él defiende con insólita inteligencia, tenacidad y audacia. Tiene por evidente la obligación de los responsables políticos de adoptar las medidas necesarias para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y atender, de forma muy especial, las necesidades de los olvidados. La cohesión y la fuerza de una sociedad dependen del servicio que se ofrezca a los más vulnerables. Por esto se debe promocionar la solidaridad y anteponer el interés de las personas al del capital; es la idea de la economía social.

Su lema es hacer y decir siempre lo que cree que hay que hacer y decir, aunque suponga quedarse solo o en minoría. Es, por tanto, un hombre transparente y con personalidad, exactamente lo contrario del hombre-masa que definió Ortega y Gasset, el cual no se valora a sí mismo, sino que se sabe a salvo si hace y dice lo que toca, lo que hagan y digan quienes tienen la sartén por la mano; estos hombres buscan sentirse idénticos a los demás.

Desde su grupo Renew Europe ha liderado resoluciones que el Parlamento Europeo ha aprobado. Entre ellas, las de una financiación específica para investigar la encefalomielitis miálgica/ síndrome de fatiga, otra de las enfermedades poco atendidas. O combatir para que las ciudades de Ceuta y Melilla (que algunos consideran extrañas y marroquíes, como el Sáhara) tengan más España y más Europa (realidades que aseguren su dignidad como personas y ciudadanos y su calidad de vida). Esto se traduce en dar estrategias para la mayor integración política, institucional y económica de ambas ciudades en la Unión Europea, y ofreciendo una hoja de ruta de cambios económicos, comerciales y de control fronterizo.

Es un tipo intenso y apasionado, tiene carisma y conecta con las clases más humildes y nada tiene que ver con el populismo. Es uno de los políticos más cultos que hay en España, es objeto de odios demenciales que se disparan de forma automática en las tóxicas y anónimas redes sociales; en especial, los separatistas más desequilibrados lo aborrecen con toda el alma. Jordi Cañas es un valor firme y vigoroso, adherido a un mensaje personal que invoca lo mejor de cada uno de quienes lo rodean, es coherente con el ideario de Ciutadans; partido que apenas tiene la mayoría de edad con 18 años de existencia.

Hace poco, antes del comienzo de la campaña para las elecciones europeas (unas elecciones con distrito único en España y en las que no se justifica el argumento del ‘voto útil’, pues ninguno se pierde), le preguntaron si era optimista, dado que su partido está hecho unos zorros. Contestó que más que optimista estaba esperanzado, pues su proyecto responde a firmes convicciones. Así desarrolla compromiso, determinación y perseverancia para que el partido sobreviva, el primer paso para rehacerse.

A mí me parece una actitud formidable, que me recuerda al gran Don Quijote cuando dijo: “podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo es imposible”. Pero también al diplomático iraquí Al-Harawi, de origen afgano, quien a finales del siglo XII aseveraba que en ninguna circunstancia hay que rendirse, aunque se esté al borde de la perdición. Y en el epitafio de su tumba, en tierras sirias, hizo anotar “que quien esto lea no se deje engañar por nadie”. Propuesta válida hoy para que votemos con ganas y sin miedo al Parlamento Europeo, sin votar en contra. No toca.