LUIS VENTOSO-EL DEBATE
  • La oposición está un tanto dispersa y embarullada, sin una estrategia clara, y deja pasar balones a la bota sin acabar de rematar la jugada
El 13 de septiembre de 2018, solo tres meses después de la llegada de Sánchez al poder, se publicó en ABC bajo la dirección de Bieito Rubido una de las mayores exclusivas de los últimos años. Sánchez, que había alardeado en el Parlamento de que en Alemania quien plagia se va a casa, había cometido plagios en su tesis electoral, leída en noviembre de 2012 en la Universidad Camilo José Cela y merecedora de un sobresaliente cum laude. Sánchez reaccionó a la noticia con aspavientos de indignación y amenazó con querellas inmediatas (que jamás llegaron, pues todo era cierto).
Sucedió entonces un hecho agravante, que pasó relativamente desapercibido, cuando debería haberle costado la presidencia. Al verse acorralado, Sánchez ordenó emitir una nota oficial de la Moncloa donde se afirmaba que la tesis había sido sometida a un peinado con el programa de la firma alemana PlagScan, la de referencia a esos efectos, y solo se había detectado un 0,96 %, por lo tanto no había caso. Pero la compañía germana desmintió al instante al Gobierno e informó de que la cifra real al pasar el detector era de un 21 % de plagio. Es decir: quedaba meridianamente claro que el presidente había mentido a los españoles en su comunicado formal vía Moncloa.
Todo el caso de la tesis provocó una gran polvareda. Pero al final no tuvo consecuencias políticas.
El presidente plagiador, aquel que en sus promesas de regeneración pública invocaba el ejemplo alemán, salió de rositas. ¿Por qué? En buena medida por la tibieza de la oposición respecto al caso. Vox estaba más centrado en otras causas y el PP no dio la batalla. El líder popular de entonces, Casado, tenía también sus arenas movedizas académicas y prefirió no hacer demasiado hincapié. Resultado: se perdió una oportunidad de habernos librado de Sánchez antes de que le diese tiempo a mancillar nuestra democracia.
Hoy cunde por momentos la sensación de que estamos en una situación similar. Tenemos una oposición que no está rematando bien las jugadas. Resulta insólito que tras todas las pruebas de favoritismo de Sánchez hacia su mujer, el PP no haya aprovechado su mayoría absoluta en el Senado para hacerle un tercer grado al respecto en una comisión.
El Debate ofrecía este miércoles pruebas concluyentes de que el Consejo de Ministros aprobó ayudas públicas que acabaron sirviendo para apoyar un proyecto dirigido por Begoña Gómez, la mujer del presidente. Un caso de libro de incompatibilidades. Un desdoro político que en cualquier democracia bien oxigenada te cuesta el sillón. ¿Y qué han hecho PP y Vox al respecto? Medio tuit. ¿Y qué han hecho cuando se destapa que la Agencia Tributaria ha pedido a la Tesorería del Estado que devuelva a la pareja de Ayuso medio millón, dejando así en pelotas al Gobierno en su cacería contra la presidenta madrileña? Pues tampoco han aprovechado ese balón a la bota (sí lo ha hecho el Gobierno de la Comunidad, donde sí saben hacer oposición y buscar su lugar bajo el atestado sol mediático).
El PP se ha referido a Sánchez en los términos más graves. El mes pasado, Feijóo acusó al presidente de «usurpar la democracia» y «erosionar la convivencia, la estabilidad y la dignidad de las instituciones». Además, lo han acusado de liquidar la igualdad entre españoles con la Ley de Amnistía y han resaltado la gravedad de la trama del Ministerio de Ábalos: «El caso Koldo es en realidad el caso Sánchez, el caso PSOE». Por último, sus dirigentes aluden casi a diario a la turbia situación de Begoña Gómez.
Estoy de acuerdo con todas esas denuncias. Eso es lo que está pasando. Pero si es así, ha de tener un corolario: acabar políticamente con aquel que está perpetrando tan graves desafueros se vuelve una urgencia imperiosa. O como resumía el viejo dicho: «Al enemigo, ni agua».
No se entienden los extraños gestos de caballerosidad del PP con el PSOE, en lugar de aprovechar todas y cada una de las debilidades de Sánchez. Tampoco se entiende muy bien que Vox dedique casi tanto esfuerzo a criticar al PP como a centrarse en el peligro urgente que asuela ahora mismo a España, que es Sánchez.
Nuestra oposición está dispersa, un poco como un pollo sin cabeza. Se mueve de manera atropellada, sin una estrategia clara y coordinada. Y no se pueden dejar pasar las oportunidades, porque cada minuto que pasa nos están «usurpando la democracia», en efecto. Y no solo eso, además el PSOE está aflojando los hilvanes de la España unida.
Habrá que distribuir por Génova folletitos con la parábola de la rana y el escorpión, porque parece que hay gente por esos andurriales que todavía no se la sabe. No se puede ir de gentleman cuando se afronta un duelo con un trilero para el que no existen reglas.