- No hay nada peor que un gobierno autoritario que intuye próximo su fin. Cuidado
Sun Tzu en su imprescindible “El arte de la guerra” nos habla acerca del enemigo desesperado, advirtiéndonos de que aunque esté agotado, seguirá luchando pues tal es la ley de la naturaleza. Sánchez se da cuenta de que el círculo se va estrechando cada día un poco más en torno a él. Al igual que lo fantasmas de sus víctimas se aparecen al Doctor Mabuse, los yerros y deslealtades que se han perpetrado en los últimos años por parte del presidente y sus acólitos adquieren forma corpórea, papable, tangible para el común de los españoles.
Los lamentables episodios protagonizados por Irene Montero, por la mesa del Congreso, por el ministro Marlaska, por los violadores o por Calviño hacen que ese repentista que es Sánchez intuya que el viento está empezando a soplar en su contra. Sabe que, más pronto o más tarde, ha de dejar caer a los podemitas si quiere llegar a las generales con unas mínimas apariencias.
Sabe que sus devaneos con bilduetarras y golpistas lazis le pasarán factura, primero en autonómicas y municipales, después en las que a él le importan sobre todas las cosas, las elecciones que conforman la cámara baja y de la que sale elegido el presidente del gobierno. Y sabe que por mucha cortina de humo grosera que fabriquen sus terminales mediáticas la gente no puede poner la calefacción, ve con miedo como ha subido la cesta de la compra, se asusta con el terrible aumento de la criminalidad en nuestras calles y solo recibe a cambio vagas promesas de un mundo mejor.
Calviño hacen que ese repentista que es Sánchez intuya que el viento está empezando a soplar en su contra. Sabe que, más pronto o más tarde, ha de dejar caer a los podemitas si quiere llegar a las generales con unas mínimas apariencias
Sánchez está empezando a desesperarse porque, por mucho que Tezanos se empeñe en lo contrario, el globo presidencial se ha ido deshinchando merced a los alfilerazos que la realidad le ha ido propinando. Y, volviendo a Sun Tzu, ahora es cuando es más peligroso. El aumento en los insultos a la oposición, el incremento en manejar torticeramente las instituciones democráticas en favor de la banda, las barbaridades que sueltan a diario por sus bocas ministros, aliados e incluso el mismo Sánchez indican que desde Moncloa han decidido practicar un ataque kamikaze a la democracia. No piensan hacer prisioneros.
Cuando la mesa del Congreso priva del uso de la palabra a una diputada de VOX por llamar filoetarras a los filoetarras pero, en cambio, riñe solo un poquito a Montero por decir que el PP practica la cultura de la violación es signo de que nos hallamos en plena guerra. Guerra, hay que insistir, que no va a ganarse por el lado que defiende la Constitución poniendo cara de bonico, que decimos en Murcia. Feijóo debe estar en primera línea de dando la cara no solo por sus electores, sino por obligación moral, por imperativo ético, por ese patriotismo que tiene su razón de ser en la defensa de la democracia, la convivencia y el respeto a la ley.
Feijóo debe estar en primera línea de dando la cara no solo por sus electores, sino por obligación moral, por imperativo ético, por ese patriotismo que tiene su razón de ser en la defensa de la democracia, la convivencia y el respeto a la ley
Frente a quienes desean imponernos normas injustas revestidas de falsa moral, que solo favorece a criminales y violadores, debe alzarse un muro sólido y sin fisuras que diga que la ley es, sobre todo, la manera que tenemos las personas libres para salvaguardar el orden, un orden perfectamente delimitado en nuestra Carta Magna que tan buen resultado ha dado a lo largo de cuatro décadas.
Abascal ha dicho en la sesión de control al Congreso lo que había que decir, mientras Cuca Gamarra apoyó hace poco a Irene Montero cuando se quejó de violencia política. Eso no debe continuar viendo lo que se nos viene encima.
El incendio que Sánchez ha avivado y que solo dejará tierra quemada tras su paso, no va a extinguirse con un chorrito de sifón. Ellos van a por todas sin el menor escrúpulo. Bien. ¿Y en el PP qué piensan hacer?