Jon Juaristi-ABC
- El antivasquismo hispanorromano nunca descansa
Abrí el martes, con una conferencia sobre las teorías acerca del origen del eusquera, un ciclo sobre la historia lingüística del español. La Fundación Ramón Areces, que patrocina dicho ciclo organizado por la Fundación Ramón Menéndez Pidal, había recibido alguna protesta porque, en el anuncio del acto, la palabra ‘eusquera’, siguiendo mis indicaciones, aparecía escrita así y no con ka de ‘kilo’. No entré siquiera a disculparme. Cuando escribo en español, utilizo la cu de ‘quilogramo’ (que también puede escribirse de este modo, como ‘quimono’ o ‘quiosco’), y, si lo hago en vasco, la ka de ‘euskera’, siguiendo la normativa de la Real Academia de la Lengua Vasca.
En esto de las identidades, la gente se pone muy picajosa, por un motivo o por su contrario. Unamuno fue el primer escritor español en introducir la palabra ‘eusquera’ en el español literario, y lo hizo con esa cu que a tantos ofende. Como ejemplo, valgan estos versos de uno de los poemas del destierro: «Pasasteis, hijos de mi raza noble,/ vestida el alma de infantil eusquera…». Algún chocholo que conocí en mi juventud vascónica se indignaba doblemente con don Miguel, por la cu y por lo de «infantil». Para estos casos, ajo y agua.
Otro reciente es el de la retirada, por la prestigiosa editorial Desperta Ferro, del último número de su revista ‘Arqueología & Historia’, dedicado a los Vascones, tras denunciar algún listillo que en la ilustración de la portada aparecía una mano de Irulegui con la inscripción ‘España’ en mayúsculas y alfabeto latino. La mano en cuestión es una placa de bronce hallada hace cuatro años en Navarra con inscripciones inextricables en algún alfabeto paleohispánico. Tampoco se sabe para qué servía, si era un amuleto estilo Mano de Fátima o, como yo mismo sugerí, una computadora digital para vascones (cosa improbable porque, al menos en Navarra, los vascones calculaban con chistorras y cogollos de Tudela, como es sabido).
En la susodicha portada, la mano cuelga del cuello del varón de una joven pareja, presuntamente vascona antigua y con niño, ante una empalizada tipo aldea gala de Astérix. Realizada al parecer con inteligencia artificial y algo de cachondeo, los rostros de la parejita feliz se parecen extraordinariamente a los de los actores Dani Rovira y Clara Lago, que encarnaban en la gran pantalla a los protagonistas de ‘Ocho apellidos vascos’, comedia dirigida en 2014 por Emilio Martínez-Lázaro.
Además. dicen los denunciantes, Rovira es andaluz y Lago de Torrelodones. Yo creo que Rovira y Lago deben de ser de Bilbao, y los de Bilbao nacen donde les peta. Más escandaloso me parece que el perrillo que aparece en el ángulo inferior izquierdo sea un pastor vasco, raza patentada en 1995. En fin, que no hay derecho. Sobre todo, porque el chucho es el vivo retrato de Sabino Arana.