Es que ETA sigue poniendo condiciones para la paz definitiva, comenzando por un «reconocimiento de la territorialidad de Euskadi» que abarca no sólo a las tres provincias vascongadas sino también a Navarra y al Pays Basque francés, con miras a una eventual soberanía. Por eso se mantiene el diálogo de sordos.
El dolor de cabeza ha durado 200 años, desde que los vascos empezaron a luchar por sus fueros contra el centralismo español. Alimentado por un movimiento nacionalista que surgió en el siglo XIX, ese combate tuvo un breve auge cuando las Cortes de la República aprobaron en 1936 un estatuto de autonomía para el País Vasco. Pero entonces llegó Franco y el estatuto fue tachado para dar lugar a 35 años de represión, en que se aplastaron todos los rasgos de identidad histórica, étnica y cultural de Euskadi, empezando por un idioma (el euskera o vascuence) cuya raíz es un misterio. Bajo la dictadura se abrió un ala radical del nacionalismo vasco, impulsada por estudiantes de orientación marxista, que en 1959 se organizó secretamente bajo el nombre de ETA (Patria Vasca y Libertad). El grupo adoptó métodos violentos, aunque demoró casi 10 años en llegar al primer atentado con una víctima mortal, que fue un guardia civil en 1968.
Desde entonces, la actividad clandestina de ETA mató a 829 personas entre militares y civiles, 20 de los cuales eran niños, sin contar los mutilados y los heridos que dejaron las bombas colocadas por el grupo a través de toda España. Aunque el extremismo razone de otra manera, no hay excusa posible para los secuestros, asesinatos por la espalda, extorsiones y métodos dinamiteros elegidos por ETA, que invoca la independencia de Euskadi como meta legitimadora de su actividad, porque cabe tener en cuenta que el 90% de sus víctimas cayó después de 1975, bajo el régimen democrático. En 2003 la Justicia ilegalizó a Batasuna, brazo político de ETA, pero en 2001 la Unión Europea ya había colocado al grupo armado en su lista de organizaciones terroristas, a una altura en que las hazañas bajo el franquismo (el asombroso atentado contra Carrero Blanco) ya se habían desfigurado en una imperdonable rutina criminal: la de una formación política convertida en una banda de desesperados.
Todo ello debe recordarse porque el lunes 10 se divulgó un comunicado de ETA anunciando «un cese del fuego permanente, general y verificable». El gobierno español rechazó esa propuesta señalando que sólo aceptará «un abandono incondicional de las armas» y la disolución del grupo en el marco de la autonomía vasca que rige desde 1978. Es que ETA sigue poniendo condiciones para la paz definitiva, comenzando por un «reconocimiento de la territorialidad de Euskadi» que abarca no sólo a las tres provincias vascongadas sino también a Navarra y al Pays Basque francés, con miras a una eventual soberanía. Por eso se mantiene el diálogo de sordos, aunque la tregua promete que por el momento no habrá balazos ni bombas. Si al conflicto vasco se agrega la tensa autonomía catalana, queda a la vista el problema ortopédico de España, que funciona como un solo cuerpo con varias cabezas.
Jorge Abbondanza, El País (Uruguay), 21/1/2011