Ayuso acertó a disolver la Asamblea y convocar elecciones antes de que Gabilondo y el inmaduro planteasen en Madrid la moción de censura con la que Ciudadanos, el PSOE y Unidas Podemos habían fracasado en la Comunidad de Murcia y que consiguieron sacar adelante en el Ayuntamiento de la capital.
Su prestigio ha aumentado considerablemente entre el público votante, hasta el punto de que Madrid ante estas autonómicas vuelve a ser el rompeolas de todas las Españas, que escribió Machado. Nadie habríamos supuesto que el vicepandemias segundo del Gobierno iba a abandonar su plácido sesteo y el mando a distancia para ocuparse personalmente de la. Campaña. Y la candidatura, claro. Razón tenía la presidenta al recordar en clave irónica: “España me debe una por sacar a Pablo Iglesias de La Moncloa”.
Sánchez hará campaña por Gabilondo y Santiago Abascal va a ser el jefe de campaña de Rocío Monasterio, mientras Edmundo Bal, hombre fuerte de la bella Inés en el Congreso, entendamos como queramos el sintagma, va a ser el candidato naranja a la presidencia madrileña. Y la actual presidenta, ¿con quien cuenta? Lo mejor sería que estuviera sola, que el par director (© Julio Cerón) se mantuvieran lo más lejos posible de la campaña de Madrid, que no pusieran sus sucias manos sobre Mozart, por decirlo con un título de Vicent. En el mejor de los casos necesitará el apoyo de Vox para alcanzarla mayoría. El astuto Teodoro no se hace cargo de esta verdad palmaria, sigue empeñado, como su presidente, en la guerra santa contra Vox y prepara a su partido para el lance con el fichaje de Fran Hervías, a quien Xavier Pericay definía en sus memorias políticas como un intelectual ágrafo, un tipo que “se jactaba de no leer libros”.
Por otra parte, recordábamos ayer que el éxito cantado de Ayuso será a costa de Vox. Sus expectativas de voto son vasos comunicantes, como las de Podemos y el PSOE, por otra parte. Da la impresión de que el líder de Podemos no ha estado acertado en su decisión, sus propias explicaciones son tan incongruentes como falsas. No hay más que oírle decir que la sustituta a la que ha designado como ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, probable preimputada por encubrir el pago de sobresueldos en Podemos, “lo puede hacer mucho mejor que yo”. Si esto es así, y no hay razón para dudarlo a la vista de su gestión letal en las residencias de ancianos, no se entiende por qué no la pone de candidata a ocupar la Casa de Correos. Su bajada a la arena no tenía otra función que evitar el desastre y su probable exclusión de la Asamblea en el caso casi seguro de que Isa Serra no alcanzara el 5%. Pero todo esto será papel mojado si estos estrategas de la seducción consiguen romper cualquier posibilidad de entendimiento con Vox.