Miquel Giménez-Vozppuli
Eso dice una colaboradora del programa Tot és Mou de TV3. Y, como ella, los jóvenes que se jactan de quemar contenedores.
Se llama Juliana Canet. Veinte años, dice estudiar Literatura y Lengua Catalana y su cara tiene un no sé qué que recuerda poderosamente a otra indignada oficial, Greta Thunberg. La chica ha declarado en una entrevista efectuada en territorio amigo -un digital que sin las subvenciones de la Generalitat hace tiempo que habría colgado en la puerta el letrero de “Se cogen puntos de media” – que está “super in” con el proceso, que siempre va a las ‘manis’ en primera fila y que hay que quemar lo que haga falta. Eso mismo lo ha repetido en la televisión oficialmente pública y verazmente sectaria que pagamos los catalanes y también el resto de españoles, porque el dinero público, aunque según Carmen Calvo no existe, sale del bolsillo de todos los contribuyentes, vivan donde vivan y hablen lo que hablen.
Proclama como aquel rei que no era ni ase ni savi que “Se ha demostrado que el puto pacifismo no sirve para nada” para apresurarse a dejar claro que “No soy de poner bombas, porque no quiero que muera nadie, pero hay que hacer alguna puta cosa diferente”. Para estudiar literatura y lengua catalanas, la palabreja resulta españolísima, puesto que puta se escribe y pronuncia igual en la lengua del Rector de Vallfogona que en la de Ramón de Mesonero Romanos. Le ha faltado un cierto toque culto. En lugar del vocablo más socorrido del español, invocado millones de veces a diario en todo el mundo hispanohablante, podría haber empleado sinónimos neta y claramente catalanes como meuca, barjaula, maturranga o bagassa. Prostituta no, porque también es igual en ambas lenguas. Ya sé que la expresión no habría sido la misma, pero ahí dejo a modo de ejemplos –no en vano he escrito mucha de mi producción literaria en vernácula– frases como Recony de pacifisme, falòrnia de capçigrany de pacifisme, pacifisme perdulari, pacifisme propi de meuques sense cobrar o al pacifisme de maturrangues no hi vagis a buscar gangues.
Todo eso mientras Iceta baila feliz porque los suyos han dicho que quién como él para devolverles los despachos y Sánchez queriéndonos hacer comulgar con ruedas de molino fabricadas en Lledoners o Waterloo, que tienen igualmente un mal digerir.
El problema no es el puto pacifismo, es la puta agrafía de la clase política dirigente en Cataluña y de sus no pocos seguidores
Me preocupa la deriva incendiaria de alguien que teniendo la vida, como quien dice, por estrenar, no ve más razón ni método que el de incendiarlo todo, aunque no quiera que nadie sufra. Me preocupa porque lo uno no es posible sin lo otro. El fuego siempre acaba por quemar, incluso a quienes lo provocan. No existe otra posibilidad que la del daño físico cuando se olvidan los razonamientos, la lógica, el debate y ya no digamos las reglas de convivencia más elementales. El problema no es el puto pacifismo, es la puta agrafía de la clase política dirigente en Cataluña y de sus no pocos seguidores, que prefieren una buena hoguera antes que cualquier otra puta cosa.
Ese criterio palpable en la cotidianidad catalana, la de dos mundos opuestos en los que uno sueña con hogueras mientras otro se contentaría con poder llegar a final de mes, es el que quieren dulcificar las razones sociales socialistas y separatistas, erigiéndose PSC, Esquerra e incluso Puigdemont en la paradoja del bombero pirómano, que, como decía el clásico, se dedicaba a quemar casas para que no le faltase trabajo. Ahí radica el meollo del asunto y su tragedia. Es muy difícil convencer a los que se horrorizan ante su ciudad crepitando entre siniestras llamas que aquellos que las han avivado van a apagarlas.
Es muy difícil convencer a los que se horrorizan ante su ciudad crepitando entre siniestras llamas que aquellos que las han avivado van a apagarlas»
No sé si en casa de Iceta ponen el Belén, pero, si lo hubiera, quizás al dirigente socialista catalán le parecería correcto incluir en el mismo una figurita nueva creada por el CDR de Les Franqueses, consistente en una vela amarilla con forma de contenedor que presentaron en la Fira deEntitats de dicha localidad ante la algazara y regocijo de la parroquia ‘lazi’. El lema: “Pon un contenedor en llamas en tu Belén”. Los separatas lo compran encantados, porque el puto pacifismo se conoce que ya no les sirve para conseguir sus objetivos. Al final, el procés se ha quedado en un negocio de puerto de arrebatacapas aparejado con una ira ciega, espantosa.
Porque no es el puto pacifismo. Es la puta inconsciencia, la puta locura, la puta manía de, cuando no nos salimos con la nuestra, quemar la baraja. Una putada, en suma.