- Ahí tenemos al fiel Conde-Pumpido galopando para borrar desde el TC el caso ERE del PSOE, la peor trama de corrupción de nuestra historia reciente
Si un día me topase con Conde-Pumpido, imagino que le haría aquella pregunta retórica que nos soltaban nuestras abuelas cuando nos pillaban en una trastada: «¿No te da vergüenza, Cándido?».
¿Qué lleva a este señor, coruñés de 74 años, que debería de estar ya por encima de las obcecaciones sectarias, que procede de una familia de juristas, que posee un completísimo currículo… qué le lleva a arrastrarse así a la orden de Sánchez? ¿Qué extraña enfermedad dogmática impulsa a este individuo a pisotear el derecho y el puro sentido común y a chotearse de sus colegas juristas para servir al PSOE? ¿No le remuerde un ápice la conciencia cuando se activa como un títere mecánico cada vez que Sánchez pulsa el botón de su mayoría 7-4 en el TC?
El 12 de enero de 2023 fue una jornada infausta para la democracia. Ese día, Conde-Pumpido –magistrado del Supremo, fundador de Jueces para la Democracia y fiscal general del zapaterismo– tomó posesión como presidente del TC. Lo hizo con un único objetivo: ser un leal «progresista» y reescribir nuestra Carta Magna al dictado de Sánchez. Y está superando las peores expectativas.
La nueva proeza de Cándido consiste en indultar de facto desde el TC los ERE del PSOE, el mayor caso de corrupción de nuestra historia. Entre 2000 y 2010, los socialistas robaron 679 millones del dinero de los parados afectados por reconversiones. Lo emplearon en tejer una red electoralista de compra de voluntades, a fin de engrasar el imperio perpetuo del PSOE en Andalucía. Hubo además comisionistas que trincaron pasta a manos llenas, mariscadas caras y horteras, farlopa, farras en lupanares… Todo muy «progresista».
Pero la historia puede reescribirse, como han hecho con sus maniqueas leyes de memoria, donde la fallida II República se convierte en una Arcadia feliz y no existió un solo crimen de la izquierda. Todo se puede borrar a golpe de ingeniería social y jurídica. Así que Cándido ha entrado en faena. El TC fue creado para establecer si una actuación se ajusta o no a la Constitución. Y punto. Pero el leal Cándido lo ha convertido en un tribunal de casación que corrige las sentencias del Supremo. Lo hizo con Otegui, por ser socio necesario de Sánchez, y lo está haciendo ahora con los ERE. Ya ha limpiado a Magdalena Álvarez y se apresta a repetir con la que fue número 2 de Griñán, Carmen Martínez Aguayo.
¿El próximo? El propio Griñán, que por supuesto jamás ha pisado la trena, porque ya existen dos categorías de españoles: los del común, que sí vamos a la cárcel, y los separatistas y socialistas, para los que rigen normas diferentes. Acabarán contándonos que el caso ERE nunca existió, que solo fue una confabulación de «la derecha y la extrema derecha» con «los jueces ultras» y «los medios de la fachosfera».
La golfada del TC con los ERE supone un abuso pasmoso, incluso para los parámetros de Pumpido. Pero el pueblo está ya de veranillo y terrazas, o charlando de lo mala que es Ayuso imponiéndole una medalla a Milei, que es de lo que hablan las teles del régimen. ¿Y la oposición? Pues ya saben: tiene la pegada de un luchador de sumo a dieta de brócoli.
Cándido humillará a sus colegas de los tribunales andaluces y del Supremo y se quedará tan ancho. La próxima vez que coincida con Sánchez en algún bolo, Mi Persona le dará una palmadita en el hombro y Pumpido ronroneará, embargado por un delicioso éxtasis «progresista». ¿España y sus leyes? Pues que les vayan dando. Mi única patria es la izquierda.
El PP pisa un campo de minas si espera cerrar esta semana un acuerdo con Sánchez para renovar el Consejo del Poder Judicial. Despierten: al proyecto de autócrata no le vale nada que no sea colonizarlo. Ya mangonea la Fiscalía y el TC y la próxima meta es asaltar el último fortín de aquello que llamábamos ley y orden: el Supremo.